miércoles, 31 de diciembre de 2008

Apóstoles 6


Juan

A Juan le gustaba escribir. Su primer poema lo escribió a los ocho años y se lo dedicó a su mamá. Durante la adolescencia no encontraba mejor regalo para hacer que escribir un poema.
Algunos aún guardan celosamente alguno de ellos… A su primera novia le dedicó un solo poema, uno corto, que decía algo así:

“Ese beso, mi refugio final
Mi aldea, mi huida.
Esos ojos, mi castigo divino
Mi dolor, mi misterio
Tu perfume, mi vida secreta
Los clavos de mi cruz.”

Su novia nunca lo entendió, y por la cara que puso cuando Juan se lo leyó, él decidió no volver a escribirle. En verdad, decidió dejarla, que era casi lo mismo.
En la clase de literatura, la profesora Carrizo lo escuchaba embobada. Y sus compañeros le rogaban que escribiera poemas largos, así la profesora no daba clases escuchándolo.
Juan escribió sobre el amor, sobre los besos, sobre el engaño, la amistad, la familia, las estaciones (especialmente el otoño), sobre el mes de abril, y hasta sobre la escuela. Pero no escribió sobre la muerte. Juan era consciente que este tema era una materia pendiente. Todos los poetas que se jacten de tales deben escribir sobre la muerte. Juan lo sabía.
Cuando cumplió 17 la materia adeudada lo invadió. No podía pensar en otras cosas. Comenzó a nacer en él la necesidad de conocer sobre la muerte. Leyó cuanto poema encontró sobre la muerte. Habló con amigos que habían perdido a un ser cercano, vio películas, escuchó canciones, fue al teatro y comenzó a colarse en cada velatorio que podía.
Entraba y se sentaba cerca del cajón con los ojos llenos de lágrimas, abrazaba y consolaba a los deudos, e inventaba alguna historia sobre cómo había conocido al difunto. Pero todo era en vano, cuando se sentaba dispuesto a comenzar un poema sobre la muerte las palabras no brotaban de él como solían hacerlo casi a diario con otros temas.
Todo esto hacía que su obsesión crezca. Prácticamente no hablaba de otra cosa. Sus amigos comenzaron a alejarse. Su familia lo trataba como a un loco.
A los 22 consiguió un trabajo en una revista, y con su primer sueldo se alquiló una pieza en una pensión de Barracas.
Pocas veces se lo vio salir de su habitación después de que llegaba de trabajar.
Pero su obsesión lo comía por dentro como una lombriz con dientes de diamante que chorreaban dudas sobre sus entrañas. Cada vez se lo veía más flaco. Ni a él lo sorprendió el telegrama de despido.
Fue por aquél entonces que la idea comenzó a gestarse. Cuánto más cerca de la muerte, más la comprendería y allí vendrían los poemas.
Comenzó con unas pizcas de arsénico en el desayuno. Lo único que lograba eran dolores de estómago. Aumentó la dosis, comenzó a mezclarla con otras cosas. En ayunas se tragaba una cuchara sopera de veneno para hormigas, después desayunaba con arsénico.
Comenzó a notar un cambio leve en el color de su piel. Se alegró y consideró un avance importante en su experimento. Fue por aquél entonces cuando decidió suspender los almuerzos y las cenas. Pero no la merienda, a la que a las tostadas y al mate le agregó las piedritas de colores del veneno para ratas.
No lo hacía desmedidamente. El dolor regulaba la dosis. Y así pasaron tres semanas.
Un miércoles de agosto, las palabras vinieron a él. Y comenzó a escribir. Las hojas de su cuaderno se llenaban una tras otra. Pero la enorme lombriz de su interior quería más y más.
Decidió dar un paso más e inyectarse una mezcla del mata hormigas y amoníaco. El efecto fue inmediato. Juan comprendió todo lo que durante años buscó sin respuesta. Descubrió todos los secretos de la muerte, la vio a la cara, la beso en la boca. Todas las ideas fluyeron por su cerebro, invadieron su alma en una sola palabra que se apresuró a escribir en la hoja blanca frente a él. Sabía que tendría una solo posibilidad antes del final. Pero la palabra debía quedar escrita para quién la leyese, para quién la encuentre, para quién la entienda.
Sobre la mesa, al lado del cuerpo hinchado y verde de Juan, una hoja delataba su mayor misterio en cuatro letras escritas con una caligrafía casi infantil, temblorosa. En la hoja final se podía leer: “NADA”.
Juan es el sexto apóstol de esta historia.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Apóstoles 5


Felipe

Cuándo le preguntaron de chiquito a quién quería más, si a su mamá o a su papá, Felipe lo pensó demasiado. Finalmente respondió, ninguno de los dos me quiere a mí cómo deberían quererme. La tía Margarita se quedó muda. No sería la primera vez que Felipe dejara mudos a sus interlocutores.
Desde la infancia desarrolló la habilidad de decir lo que pensaba de la manera más honesta que le salía. Felipe no mentía, no se sentía cómodo mintiendo.
Cuando cumplió 12 años, su abuela le regaló un saquito tejido a mano de color bordó. A Felipe el color no le gustaba, su cumpleaños era el 4 de enero y el calor era insoportable.
- ¿Te gusta, querido?- Le preguntó la abuela sonriente.
- Es una mierda. – Respondió, y se fue al patio a charlar con sus compañeros.
La escuela secundaria lo enfrentó al dilema de tener que decir lo que los profesores querían escuchar sin traicionarse. No pudo hacerlo. Para él Colón no era un conquistador, ni un descubridor, sino el primer genocida americano. Para él, la Revolución industrial no era progreso, sino el principio del fin.
Hubo un profesor de historia que era el único al que Felipe respetaba. El primer día de clases el tipo abrió su portafolio y empezó a sacar fotocopias con las caras de los próceres de Argentina, y las pegó por las paredes del salón.
- A partir de este momento, cualquier cosa que tengan que decirles, se la dicen en la cara. Les presento a los que desde hace dos siglos, nos cagan, nos defienden, nos hacen y nos deshacen. Nuestros próceres.- Dijo el profesor.
Felipe levantó la mano y habló cuando el profesor lo permitió.
- Quiero que sepa que yo siempre digo lo que pienso, con fotos, o sin fotos.
El profesor lo miró a los ojos. Y le sonrió.
- Quiero que sepa, alumno, que yo también. Y le recomiendo, sólo como un consejo, que piense antes de hablar. Hay mucha gente que deja su cerebro olvidado en la mesa de luz. No sea como ellos.
Terminó la secundaria y se inscribió en la Universidad de Luján para seguir el profesorado de historia.
En el tren que salía de Moreno, conoció a Paola. Comenzaron a salir un lunes, y no se separaron más. Hasta ayer.
Paola quedó embarazada cuando cursaban el tercer año. Se fueron a vivir juntos a un departamento que alquilaron cerca de la universidad.
El embarazo fue complicado. Paola tuvo que hacer reposo desde el tercer mes.
Felipe trabajaba y estudiaba. Poco tiempo le quedaba para atender a su esposa.
Allí decidieron contratar a Miriam, una chica del pueblo para que atienda y ayude a Paola durante el día.
Felipe no pudo evitarlo. Miriam lo volvió loco. Lo calentaba, lo ratoneaba. Paola no tardó en darse cuenta.
Y a Felipe, una vez más, lo traicionó su sinceridad.
- ¿Y que querés que haga?… ¡vos parecés una vaca postrada!- fueron sus palabras.
El velador dio de lleno en la frente de Felipe, que cayó de espaldas contra la cómoda. El golpe en la espalda no lo mató. Tirado en el suelo y mareado vio cómo Miriam entraba en la habitación y se acercaba a Paola. Se besaron apasionadamente.
Miriam agarró el velador y terminó el trabajo.
Felipe es el quinto apóstol de esta historia.

martes, 23 de diciembre de 2008

Apóstoles 3 y 4




Santiago y Santiago

El destino a veces se nos ríe en la cara y las coincidencias pueden existir.
Santiago tenía 19 años cuando conoció a Santiago, que por comodidad literaria, llamaremos Santi. Fue en el cumpleaños de una amiga que tenían en común. Se podría decir que fue amor a primera vista, aunque ninguno de los dos creía que hubiese ojos que resistan amor tan fuerte.
Santiago nunca tuvo dudas sobre su elección sexual. Lo supo a los 7 años cuando creyó enamorarse de su compañero de banco. Luego sabría que esa clase de amor, son los que más duelen, y sin embargo, los que menos recordamos.
Santi, sin embargo, se consideraba bisexual, aunque nunca había tenido sexo ni con hombres ni con mujeres, se creía capaz de amar a ambos. Esa noche, en el cumpleaños de Lola, Santi descubrió que el amor no tiene sexo, no es planeado, y es atrevido. El sudor de sus manos cuando Santiago le dijo “sos lindo… ¿sabías?” le demostró que su destino estaba al lado de ese hombre de ojos verdes que lo miraba detrás de los lentes.
Se fueron juntos de lo de Lola al departamento de Santiago. En el taxi sus manos se cruzaron y las palabras, cómo suele suceder en esos casos, sobraban. Las 30 cuadras que separaban la casa de Lola del departamento de Santiago se hicieron eternas. Sin embargo, ambos aprovecharon ese tiempo para pensar en lo felices que estaban.
Al llegar sus bocas explotaron, con el beso de uno dentro del beso del otro. Los cuerpos, las miradas, el aliento a triunfo y el miedo que ya no importaba invadían todo.
Desde la pared del cuarto un cuadro de Kandisky los observaba amarse, morir y resucitar en cada movimiento.
Se amaron hasta el amanecer. Se durmieron abrazados.
Pasado el mediodía Santi despertó y se encontró solo en la cama, abrazó la almohada que tenía a su lado y sintió el olor del otro. Escuchó el silencio que lo rodeaba. Santiago habría salido, pensó.
Se levantó para prepararle a su hombre, a su compañero, algo para comer.
Con su desnudes a cuestas, fue a la cocina y allí lo vio.
La heladera abierta, el piso mojado, Santiago en el piso, quieto, con un gesto de paz que se llevaría al otro mundo.
Santi se vio arrodillado, se vio llorando, se vio gritando, se vio besando, se vio agarrando la cuchilla, se vio clavando, se vio sangrando, se vio cayendo.
Tres días después, la madre de Santiago los encontraría en el piso frío, desnudos. Ese día la madre de Santiago se enteraría que sus sospechas eran ciertas. La señora lloró, la vergüenza de explicar cómo murió su hijo en manos de un depravado era mucha. Casi mecánicamente buscó en los cajones de la mesada los guantes de goma y se puso a limpiar.
Santi y Santiago, son el tercer y el cuarto apóstol de esta historia.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Apóstoles 2


Mateo

La barra de la esquina había agregado a un nuevo miembro. El chico nuevo del barrio se llamaba Mateo. Era un pibe simpático y comprador. Poco le costó hacer migas con los muchachotes del barrio y ser uno más de los que se sentaba contra el paredón de la fábrica de muebles a fumar, y divertirse un rato, pero como ellos mismos decían, sin molestar a nadie. Las tardes después del colegio eran las más esperadas por Mateo.
Sus padres se habían mudado al barrio desde el interior, por trabajo. Él era hijo único, y la verdad sea dicha, nunca le importó mucho no tener hermanos. Siempre se las arreglaba para crearlos. Sí, crearlos es la palabra correcta.
La imaginación de Mateo no tenía límites cuando se trataba de crear amigos. Cuando tenía cinco años les presentó a sus padres a un tal Jesús, que obviamente no existía. Los padres, siguiéndole el juego le sonrieron la picardía. Incluso ponían de vez en cuando un plato más en la mesa.
Pero la cosa se fue agravando. Un día la maestra de séptimo los citó para conversar sobre Mateo.
- Es buen chico, aunque tiene un comportamiento algo extraño.- Les dijo la señorita Elena. – Por momentos lo reto porque habla, y el me responde que es de mala educación no responder cuando alguien le habla. Y eso no sería malo, si alguien más hubiese hablado.
Esa noche después de cenar hablaron con Mateo, que juró que un tal Ignacio, un señor de unos cincuenta años dijo, le preguntaba la solución del problema de matemáticas.
Las cosas poco a poco empeoraron. Fue allí que los padres decidieron que lo mejor era mudarse a la capital.
Unos meses después la enfermedad de Mateo se volvió incontrolable. Se lo veía solo contra el paredón de la fábrica de la esquina hablando, fumando y riendo, todas las tardes.
Los muchachos del barrio lo miraban cuando pasaban por allí para ir a la plaza a jugar a la pelota.
- Ahí está- decían- El loquito que habla con el humo. Y todos se reían.
Una tarde de verano, Mateo no se presentó en el comedor del pabellón. Los enfermeros lo encontraron colgado de un cinto en un baño. Su rostro morado por la falta de oxígeno resaltaba aún más la sonrisa muerta en su boca.
En la pared estaba escrito con un trozo de carbón “Jesús, yo sé que vos estás”.
Mateo es el segundo apóstol de esta historia.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Apóstoles 1



Andrés

Andrés nació el 3 de abril del 82. Ese día había amanecido nublado. Un cielo negro y cargado de humedad le indicó a Laura, su mamá, que Andrés vendría a este mundo. Pero la sensación era extraña, Laura siempre supo reconocer cuando las cosas no iban bien. No se equivocaba. No sobrevivió a las complicaciones del parto. Andrés estaba trabado en el vientre, eso dijeron. El papá queda fuera de este parto, estaba embarrado en Malvinas, matando ingleses.
Lo crió Pepa, su abuela materna. Ella vieja y enferma como estaba, hizo de madre y padre a la vez. Ella fue quién tomó la foto con la instantánea brasilera cuando él dio sus primeros pasos. Ella lo vestía a la mañana y lo desvestía a la hora de acostarse. Ella lo llevaba al médico cuándo le dolía algo. Ella le regaló su primer juguete, y su primer libro: Una Biblia para chicos. Ella fue, también, quién le habló del sexo, de los pecados, y de la poderosa manera de Dios de castigar a los pecadores La abuela Pepa fue quién le habló de Dios, Jesús y los apóstoles.
Ahí Andrés conoció a Andrés el apóstol…
El ejemplo fue claro: “Tu papá murió en la guerra por culpa de sus pecados”. Muchos años después Andrés entendería que en verdad su papá murió por los pecados de todos.
En el colegio era buen alumno, aunque poco participativo y muy callado. No tenía amigos, salvo su abuela, por eso en los recreos, miraba desde la ventana del aula cómo los demás parecían bestias recién salidas de una jaula tras años de encierro. Los envidiaba.
En un acto del 2 de abril la maestra le pidió que leyera un poema sobre las Malvinas. Andrés se negó sin dar demasiadas explicaciones. Ese fue su primer 1. Su primer mala nota. Su primer comunicado que empezaba con el Sres. Padres. en su cuaderno de forro azul.
Terminó la primaria con las notas más bajas del curso.
La secundaria lo recibió con otra muerte. Pepa murió de cáncer en su propia cama el primer día de clases. Andrés y sus 14 años dejaron de estudiar. Andrés ahora no sabía que hacer.
Una vecina le preparaba la comida, a cambio que él le mantenga el jardín en condiciones.
Un día la señora no abrió la puerta… Nunca más la vio. Andrés dejó de comer.
Murió a los 16 años encerrado en la misma habitación donde murió su abuela. En la misma cama donde noche a noche le hablaba y le preguntaba cosas, sin respuestas.
Se dejó ir. Allá, creía, lo esperaban sus papás. Se equivocaba.
Andrés fue el primer apóstol de esta historia.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Payasos eran los de antes

Recuerdo de niño estar frente al televisor los sábados a la siesta. Era el momento donde canal trece pasaba las películas de Gaby, Fofo, Miliki y Fofito.. con ellos aprendí las mejores canciones infantiles que hubo y habrá en este mundo.
Nada de xuxuxu yayaya... nada de Chu chu ua chu chu ua...o de pinpollo turin turin. Ellos cantaban La gallina turuleca, Don pepito, el Auto feo, Había una vez un circo, Mi barba tiene tres pelos... Esos eran temas!!!
Además, cómo olvidar el clásico saludo de Gaby "¿Cómo están ustedeeeeeeeees?" y la manada de niños gritando "Biennnnnnnnnnnnnnnnnnnn".
Esos trajes pijamas largos, esos zapatos grandes y rojos, esos gorros rayados, y ese traje impeclable de Gaby...
Será que crecemos y nos volvemos insensibles. Será que nos olvidamos de las canciones de aquella infancia. Sí y no. Sí, nos volvemos insensibles, pero por suerte, no olvidamos.
Si alguien por ahí dice La gallina turuleca... Nosotros, contestamos... ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres...
Porque fue un himno. Porque por siempre recordaremos que había una vez un circo, que alegraba todo con amor.
Les dejo un fragmento de la película "Había una vez un circo".... Una joya! Vuelvan a la infancia.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Fumar


Muchas cosas se dicen del cigarrillo y del hábito de fumar.
Que te saca 13 minutos de vida cada cigarrillo, que te agarrará cancer, que te sube la presión, que te da mal aliento, que te hace roncar, que no podés respirar bien, que es una adicción, que es una droga legal ... resumiendo que es malo para la salud, que es una mierda.
No pretendo negarlo, pero sí, permítanme, reconocer mis debilidades.
El pucho después de comer es la mejor manera de terminar la sobremesa. El pucho mientras cagás, es mejor que leer. El pucho mientras esperás ansioso algo, te calma. El pucho cuando estás pescando y hace frío, es la mejor estufa.
El pucho del baño de la secundaria es complicidad, amistad.
El pucho que se fuma en los recreos del laburo, es alivio.
El pucho cuando estás tomando café, es el compañero que no habla, sólo escucha.
Fumar es una mierda, y te juro que lo voy a dejar en algún momento, pero por ahora, dejame disfrutarlo.
Cientos de canciones y cantantes le rinden homenaje. Desde el famoso tango "Fumando espero" hasta los cigarrillos que llevaron a Sabina a tener esa voz ronca. El pucho es de machos, si fumás Virginia Slim no existís, sabelo.
Si fumás Parissienes y por eso te crees más hombre, te comento que estás meando fuera del tacho. Más hombre es fumar Derby, y hacer de cuenta que fumás Marlboro Box.
Y fumar porro... mmm... ya no me acuerdo de las figuritas del aceite en el agua de los fideos. (léase cómo pegue mal de algún faso de alguna persona que no soy yo).
Aprovecho la oportunidad de criticar y mandar a la mierda a los que recién dejan de fumar y se ponen como locas histéricas si le fumás al lado, después que ellos eran unos marranos.
Asi que fumadores, adelante, mientras el pulmón resista. Somos conscientes de que hacemos nuestro propio camino, nuestro propio Londres, nuestra adicta neblina.


sábado, 13 de diciembre de 2008

El breve espacio en que no estás

Imaginen a alguien capáz de amar de forma tal que no le importe compartir a su amada. Imaginen que ese alguien pese a eso, se fija en los detalles.
No existe. Sin embargo, Pablo Milanés logra escribir una canción que de ser posible sería como imaginamos.
La debemos dedicar a todos aquellos que alguna vez nos sentimos capáz de amar así.
Después de leer... escuchen y vean. una versión con Silvio Rodriguez... de lujo.
Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...

Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que da.

Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.

Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo

simplemente soñé...
(Pablo Milanés)


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Palabras oscuras


¡Felíz cumpleaños, Democracia! Yo no olvido.

Julio César Strassera :
"...Se ha probado durante este juicio la existencia de un plan criminal que no concluyó cuando fueron reemplazados los procesados GALTlERI, ANAYA y LAMI DOZO. La crisis interna que produjo entre las autoridades del Proceso de Reorganización Nacional la derrota militar sufrida en las Islas Malvinas, no importó ningún cambio en las directivas dadas a raíz de la lucha contra la subversión. Esta fiscalía ha probado que hubo por lo menos una persona privada ilegalmente de su libertad y reducida a servidumbre cuando abandonaron sus cargos los procesados GALTERI, ANAYA y LAMI DOZO(...)Pero, ademas, este Ministerio Público ha aportado suficientes elementos de prueba para inferir que los encubrimientos de los delitos por los que aquí he acusado, siguieron cometiéndose cuando asumieron el poder los miembros de la última Junta Militar del Proceso de Reorganización Nacional y la Presidencia de la Nación el general Reynado BIGNONE. Entiendo que también habría que investigar si se siguieron proporcionando informes falsos a la Justicia (...) Haremos ahora, de acuerdo con la concepción de autoría que hemos desabollado en la jornada de ayer, las imputaciones que corresponden a cada uno de los acusados; que en ese punto de vista consideramos a:Jorge Rafael VIDELA, autor de 83 homicidios calificados, articulo 80, incisos 2 y 6, Ley 21.338, ratificada por ley 23.077; 504 privaciones ilegales de la libertad calificada, articulo 144 bis, inciso 1, ley 14.616, aplicada por ser la más benigna; 254 aplicaciones de tormentos, articulo 144, primer párrafo, ley 14.616, de aplicación por ser más benigna; 94 robos agravados, artículo 166, inciso 2, ley 20.642, vigente igual pena a la 21.338; 180 falsedades ideológicas de documento público, artículo 293 del Código Penal, ley 20.642; 4 usurpaciones, artículo 181, inciso 1, texto original con la corrección de la ley 11.221, vigente por más benigna; 23 reducciones a servidumbre, articulo 140 del Código Penal en su texto original; 1 extorsión, articulo 168, ley 20.642; 2 secuestros extorsivos. artículo 170, ley 20.642; 1 supresión de documento, artículo 294 y texto original de Código Penal; 7 sustracciones de menores, artículo 146, en su texto original; 7 tormentos seguidos de muerte, articulo 144, último párrafo, ley 14.616. Emilio Eduardo MASSERA, autor de 83 homicidios calificados, articulo 80, incisos 2 y 6 del Código Penal; 523 privaciones ilegales de la libertad calificada, artículo 144 bis, inciso 1, ley 14.616, en función del articulo 142, incisos 1 y 5, ley 20.642; 267 aplicaciones de tormentos, artículo 144, primer párrafo, ley 14.616; 102 robos agravados, articulo 166, inciso 2, ley 20.642: 201 falsedades ideológicas de documento público, articulo 293 del Código Penal, ley 20.642; 4 usurpaciones, artículo 181, inciso 1, texto original; 23 reducciones a servidumbre, articulo 140 del Código Penal, texto original; 1extorsión, artículo 168, ley 20.642; 2 secuestros extorsivos, artículo 170, ley 20.642; una supresión de documento, artículo 294, texto original; 11 sustracciones de menores, articulo 146 del Código Penal, texto original; 7 tormentos seguidos de muerte, artículo 144, ter, último párrafo, ley 14.616. Orlando Ramón AGOSTI, 88 homicidios calificados, artículo 80, inciso 2 y 6,1ey 21.338, ratificada por 23.077; 581 privaciones ilegales de la libertad calificadas. artículo 144 bis, inciso 1, ley 14.616 en función del artículo 142, incisos 1 y 5, ley 20.642; 278 aplicaciones de tomentos, artículo 144 ter, primer párrafo, ley 14.616; 110 robos agravados, artículo 116, inciso 2, ley 20.642; 234 falsedades ideológicas en documento público, artículo 293, ley 20.642; 6 usurpaciones, articulo 861, inc.l en su texto original, del Código Penal; 27 reducciones a servidumbre, artículo 140 del C6digo Penal, texto original; 1 extorsión, articulo 168 del Código Penal, ley 20.642; dos secuestros extorsivos, artículo 170 del C6digo Penal, ley 20.642; una supresión de documento, articulo 294 del Código Penal, texto original; once sustracciones de menores, artículo 146 del Código Penal, texto original; siete tormentos seguidos de muerte, articulo 144, último párrafo, ley 14.616. Roberto Eduardo VIOLA, autor de cinco homicidios calificados, articulo 80, inc. 2 y 6, ley 21.338, ratificada por 23.077; 152 privaciones ilegales de la libertad calificada, artículo 144, inc. 1, ley 14.616, aplicable por más benigna en función del artículo 142, inc. 1 y 5, ley 20.642; 49 aplicaciones de tormentos, art. 144, ler párrafo, ley 14.616; 17 robos agravados, art. 166, inc. 2, ley 20.642; 105 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal, ley 20.642; 1 usurpación, art 181. inc. 1 del Código Penal; 32 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal; 1 sustracción de menores, art. 146 del Código Penal en su texto original. Armando LAMBRUSCHINI, autor de 5 homicidios calificados, art. 80, inc. 2 y 6, ley 21.338; 117 privaciones de libertad calificada, art. 144 bis, inc. 1, ley 14.616, en función del art. 142, inc. 1 y 5; 35 aplicaciones de tormentos, art. 144, ler. párrafo, ley 14.616; 8 robos agravados, art. 166 inc. 2, ley 20.642; 98 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal, ley 20.642; 1 usurpación, art. 181, inc. 1, texto original del Código Penal; 32 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal en su texto original; 1 sustracción de menores, art. 146 del Código Penal. Leopoldo Fortunato GALTERI, autor de 11 privaciones ilegales de la libertad calificada, art. 144 bis, inc. 1 ley 14.616, en función del art. 142, inc. 1y 5 del Código Penal; una aplicación de tormentos, art. 144, ler. párrafo, ley 14.616; 17 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal; 1 usurpación, art. 181, inc. I del Código Penal; 8 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal; 217 encubrimientos, art. 277, inc. 2 y 6, texto original del Código Penal(...)

Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino.Señores jueces: 'Nunca más".

Mal gusto

La dieta me pone de mal humor. Sépanlo.
El cardiólogo me dijo que de los 7 números de la rifa del infarto, ya compré 4... Mi jefe me dijo que de los otros 3, dos venían de la mano. O sea... DIETA.
La nutricionista me dijo "carne o pollo, una vez por día", es evidente que esa buena mujer no sabe que una comida no merece ser llamada como tal sino tiene carne o pollo!!! Así que le entré a la verdura, con el resultado obvio de la cagadera. Hoy me tuve que bajar del 36 dos paradas antes para meterme en un barsucho a cagar. Carmen me dijo "y claro... mucho zapallo comiste, nene! Comé zanahorias, eso tapa.
Y las caminatas... Diosssssssssssssssssssssssssssssss!!!! Esta semana ya van tres veces. Una hora sin parar. (aunque debo admitir que me despejan). Todos dicen... sos jóven, aprovechá ahora.
Y cuando me dicen eso, yo pienso en los chinchulines de La Colonia, crocantes... Pienso en el helado de bananita dolca... pienso en un pastel de papas...pienso en una grande de muzza!!!
Pero ya dejaré de pensar. Ya empecé. Ya no me acuerdo.
En Merlo había un tipo cuando yo era chico que se la pasaba trotando por el barrio. Un físico envidiable, una salud de hierro... El año pasado saliendo de la almacén con un yogurt Ser en la mano lo piso un auto. Y no lo cuento para caer en la reflexión irónica de la vida saludable... Lo cuento porque él era otro de los que cuando pasaba por la puerta de casa y me veía fumando un pucho me decía "¿y gordo...cuándo salís a correr conmigo?"
Como verán... la dieta me pone de mal humor.
Perdón por la tristeza!!

lunes, 8 de diciembre de 2008

Todos somos Coyote

Odio al correcaminos. Este odio, sé que es compartido por mucha gente.
Estoy convencido que en algún lugar hay algún grupo revolucionario planeando desde la oscuridad una muerte cinematográfica para el grandote emplumado.
Estamos hartos de ver cómo el bicho ese abusa de la nobleza del pobre Coyote. Nos conmovemos cada vez que nuestro peludo amigo cae desde un precipicio. Nos resulta tremendamente doloroso que todos los artefactos ACME terminen jugándole en contra.
Queremos ayudarlo con sus heridas, queremos cómo él, matar al puto pájaro.
Un sentimiento similar tenemos con Jerry, el ratón marrón con orejas grandes que vuelve loco al gato Tom.
Pero sin dudas, nuestro odio se lo lleva el correcaminos.
Su bip-bip molesto, su mirada soberbia y su mueca entre “te cagué” y “no me vas a atrapar” no nos deja dormir tranquilos. Solemos tener terribles pesadillas dónde somos picados por el bicho ese… Y algunos suertudos, alguna vez soñaron con sus manos llenas de sangre y plumas.
Si algún impío lector, conoce dónde son las reuniones de este selecto grupo que en algún momento saldrá a justiciar a nuestro Coyote, que me avise. Mis armas y yo, lo esperamos

Manual del caníbal


El verano pasado, como por lo general suelo hacer, me compré un par de libros para leer en las vacaciones. Cayó en mis manos una novela de Carlos Balmaceda, escritor marplatense. Ya había leído de él "La plegaria del vidente" una novela que trata sobre el asesino de prostitutas, conocido también como el loco de la ruta. La novela que ese día dió con mis ansias de lector fue "Manual del caníbal":

¿Es posible que un adolescente fascinado por un viejo libro de recetas de sus antepasados transforme un tradicional e inocente manual de cocina en la fuente de sus macabros platos? El chico en cuestión es César Lombroso, heredero de una larga estirpe de viajantes y cocineros, que queda a cargo del legendario Almacén Buenos aires.

Erotismo, traición, dictadura y violencia son los ingredientes siniestros de esta trama que nos enfrenta con el tabú más ominoso: el canibalismo.

Esta original novela de Carlos Balmaceda nos narra una trama perturbadora que cuestiona las fronteras de la ética y devora al lector que se fascina por lo prohibido.

¡Buen provecho!

sábado, 6 de diciembre de 2008

Apparitions

Viendo que mirar hasta que empiece Lost, di por casualidad con esta serie que ya estrenó su tercer episodio.
Está muy bien hecha. Imaginate meter en una licuadora el Holocausto, el exorsista, la homosexualidad, Dios, una nena rara, la biblia, el diablo, el Vaticano, muy buenos actores, y la madre Teresa !!!
Bueno, de todo eso, obtenes un licuado llamado "Apparitions". Acá les dejo un video promocional. Si quieren ver los capitulos... Ya saben... a navegar.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Confusión

¿Quién sabe? ¿Qué cosa? ¿Lo saben? No… tranquilo.
¿Sabías? Puede ser. ¿Te parece? ¿Desde cuándo?
¿Quién dijo? ¿Lo dijo? El alcohol, no él.
¿Qué hago? ¿Qué hace? ¿Qué hacemos? Tengo miedo.
¿Me animo? ¿Se anima? ¿Y si no?
¿Estoy solo? ¿Estamos solos? ¿Está solo? Cuidado.
¿Lo pensé? ¿Lo pienso? ¿Lo piensa? Tiene miedo.
¿Y si no? ¿Y si sí? No lo sé.
¿Está bien? ¿Está mal? ¿Estoy mal? ¿Estoy bien?
¿Caeré? ¿Caeremos? No, ya estamos en el piso.Alineación al centro


Educational Block B A r-whitebrick d o blue

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Maldita noche

Son las once y pico de la noche, quiero dormir, estoy cansado. Vivo en un tercer piso de un edificio de ocho que tiene la particularidad de ser una perfecta caja de resonancia. Y parece que los colectiveros lo saben y cuando pasan por debajo de mi ventana, frenan con ese chittttssssssss..........chittttsssssssss..... TAN MOLESTO.
Son las casi las tres, los pibes de enfrente ponen " y todo lo negro las mano arriba" a todo lo que da...y creen, por alguna extraña razón, que cantan bien, y lo que es peor...sospecho que creen que su música le gusta a todo el barrio.
Son las cinco y cuarto, la gata se tira en una triple mortal desde el ropero a mi cama, cayendo así, de golpe, arriba mío. Casi me infarto. Le pego dos gritos, puteo a la gata que la parió y la muy turra me mira con esos ojazos celestes que me derriten y no me queda más que acariciarla un poco.
Seguramente me quede dormido así... acariciando la gata. Parecería que los colectiveros, los cumbieros y Josefina quieren que al fin me duerma.
No importa... ya es sábado... puedo pegarle hasta el mediodía.
A las 9 el teléfono... ¡Cagamos...quién se murió! Sólo por eso mis amigos y familiares saben que pueden molestar a esas horas un sábado.
Hola...lo llamamos de telefónica para ofrecerle DUO.
¿Lo qué? pregunté sin entender nada....
Pero ya era tarde... mi pregunta demostró interés. La mina no me dejaba explicarle nada. Por momentos pensé, pobre mina... que laburo de mierda debe ser andar despertando gente... ella no tiene la culpa. ¿Y de quién es la culpa? Tuya, salame... decía mi voz interior. Con lo cómodo que estabas cuando vivías en el oeste!! Ahí a las once de la noche ya no tenés bondi.... A las tres de la mañana los pibes están tan mamados que no joden... a las cinco y cuarto la gata andaba putaneando por los techos. Y la muy hija de puta de telefónica te hubiera despertado igual!!!
La mandé a cagar. Le dije que le iba a hacer juicio. Que si había un Dios se quedaría muda...
Pero ya no pude volver a dormir....

lunes, 1 de diciembre de 2008

Edgar Allan Poe



Siempre me gustó este cuento. Es desesperante, bien leído. El cuervo trastorna con una frase tán significativa para nosotros, aunque lejos estaba Poe de saberlo.
Las culpas que uno guarda, las cagadas del pasado, se expresan en dos palabras que no dejan en paz al protagonista, ni a nosotros, que sabemos leer bien.

Edgar Allan Poe
El Cuervo
Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dige-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la perdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvió la a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara "Nunca más".
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
Dijo entonces :"Nunca más".
Esta certera respuesta dejó mi alma transpuesta;
"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir que quería la funesta ave ancestral
al repetir: "Nunca más".
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡ Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Diós estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas t e imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algun bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Diós que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor , ahora entre ánngeles, un día podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El viento trae una copla

Con la crisis, algunos se van. La verdad esto no me importaría demasiado si los que se fueran no son los que quiero que se queden para siempre.
Allá en el 2001 fueron dos hermanos y una mujer que para mi representó siempre la definición de “mi amiga”.
Se fue mi hermana, cansada de enfrentar atropellos externos y algunos internos que son los que duelen más.
Se fue mi hermanoide, cansado de todo, como siempre, con muchas ganas de nada. Pero se fue a crecer a Miami, creció, y maduró, y fue padre… Y creció.
Con ellos se fue mi amiga, dejando tantas cosas que dolían atrás, y perdiendo tantas otras que no recuperaría jamás. Porque Dios no existe para nosotros. Porque Dios quiso decir “jaque”.
Todos dejaron atrás un Ezeiza lleno de afectos. De lágrimas en los ojos, de miedos, de “qué les vaya bien”, de personas que nunca más volverían a ver, de otras que verían años después, de gente, recuerdos, caras con lágrimas, hermanos menores y mayores, padres, madres, madrastras, hijos, padrastros y hermanoides que se quedaron.
Acá la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, diría Joaquín,
Allá, el mundo nuevo. El sueño americano… El tío Sam con toda su industria de mano de mano de obra latina y barata, listos para lavar ropa, coches, copas, pisos. Listos para servir un desayuno, vender un recuerdo, pelearla.
Desde lejos, el recuerdo como una copla traída por el viento.
Seguramente están mejor que acá… Seguramente… Están en el “primer mundo”.
Yo, no se los perdonaré nunca. Yo, que siempre los apoyé, por dentro, no los perdono.
¿Sabrán ellos cuántas charlas nos perdimos? ¿Cuántas complicidades no hemos hecho? ¿Cuántas veces los necesité?
Años después, se va el otro… el negro.
A ese sí que no se lo puede perdonar. Él, ante la ausencia de los otros, era mi sostén, mi cómplice, mi hermano-amigo.
Y este año, cómo si fuera poco... mi viejo, que tiene la vida hecha pensaba yo, se va a probar suerte a las europas....Si, así como lo leen.
A todos los amo. A todos los odio. Los extraño tanto…
Ellos están bien… o eso dicen. Yo, no les creo nada!!!!!Argentina segue en crisis, pero no sería mi pais sin ella. No la justifico, no quiero que sean infelices. Simplemente, soy egoísta.
Siempre los recuerdo, y hay una canción, que se las dedico, que me los trae cada vez que la escucho….

martes, 25 de noviembre de 2008

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


El texto que leerán a continuación es obra del Pato Lucas... surgió de una charla en un almuerzo dónde los dos nos preguntábamos sobre esas cosas que ya no están...

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


Numerosas son las aves y gallináceos que viven en el planeta tierra. Lamentablemente muchos de estos animales han desaparecido producto de la destrucción de su hábitat natural. Un caso llamativo que ocurre en la argentina es la desaparición, casi por completo, del famoso “pollo al spiedo”, nombre científico “Gallus gallus spiedus”.

El pollo al espiedo pertenece al tipo de aves no voladoras, que son aquellas que tienen el músculo del esternón menos desarrollado, además que no poseen quilla o carena en el esternón, que es el músculo donde se insertan los músculos voladores de las aves.

El pollo al spiedo es un ave cuyo hábitat natural eran las áreas urbanas, solía aparecer en bandadas en horarios nocturnos y particularmente era de su preferencia ubicarse cerca de zonas con gran tránsito de peatones: zonas aledañas a cines y teatros, terminales de ómnibus y demás atracciones nocturnas. También solía encontrarse en esquinas de especial ubicación y en diferentes barrios de la ciudad.

Su “danza nocturna” consistía en girar suavemente, junto a otros de su especie, frente a vidrieras, preferentemente en sitios de alta visibilidad. Podemos deducir que esa danza buscaba llamar la atención de los seres humanos de la zona. Cada tanto, en su girar, solía realizar un repentino temblor cuyo origen parece ser el estado de trance místico en el cual alcanzaba en esa danza.

También es notable la transformación que se producía en su coloración a medida que iba desarrollándose su danza, la que además lograba quemar grasas que hoy sería la envidia de muchos asiduos visitantes de gimnasios y polideportivos.

Su presencia en la casi totalidad de zonas urbanas en la Argentina se ha visto bruscamente disminuida, hasta llegar a su dramática situación actual. Se supone la existencia de algunos ejemplares pero todo indica que su especie está en pleno proceso de desaparición. La CITES la ha colocado en la lista roja de especies en inminente peligro de extinción.

La asociación mundial de observadores de pájaros, que realiza un constante monitoreo de los movimientos y costumbres de las aves a escala global, ha enviado expertos que con sus cámaras y mucha paciencia procuran obtener imágenes de esta ave en su hábitat natural. Sabiendo las inquietudes en el arte del birdwatching entre nuestros lectores apelamos a que nos acompañen en esta investigación en todo el territorio nacional para detectar aquellos ejemplares que aún puedan existir.

Debemos recomponer esa especie antes de que sea demasiado tarde y la fina trama del equilibrio ecológico planetario pierda otro componente esencial lo que colocará en serio riesgo a nuestra propia supervivencia.

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


Cuento raro

Hernán Nadal me pidió que escriba para su blog un cuento que incluyera estos trés tópicos:
* ¿Qué es una amiga?
* Autos chinos
* Luchadores de catch argentinos
Este es el resultado...

-¡Me compré un Brillance, amarillo patito que está un despelote! – Dijo Pilar a Merche antes de servir el whisky de las 3.
La mesa del patio, debajo de la sombra del fresno, dentro de la tranquilidad del muro del country, era el lugar ideal para perder el tiempo en esa calurosa tarde de noviembre.
-¿Y qué carajo es un Brillance?- largó Merche mientras giraba el vaso para que los hielos enfríen la bebida.
- Un auto, ignorante. Un auto chino, con lo mejorcito de la tecnología…
- ¿Chino? ¿Y cuanto te salió?
- No sé… vos sabés que yo no me fijo en eso.
El comentario era decididamente una puñalada para Merche, que debido a que su marido había perdido mucha guita con la crisis de la bolsa, ahora debía pasar por un período de ahorro estricto.
Pilar apoyó los labios en el borde del vaso y antes de levantarlo para dar el trago, lo pensó, y se lo dijo.
- Mirá Merche, si querés nos vamos un fin de semana a Pinamar, lo tengo que ablandar viste… Por los gastos no te hagas drama, sé que estás medio apretada, así que YO INVITO - y tragó lo que quedaba de whisky.
A Merche le sonó así, en imprenta mayúscula el YO INVITO de Pilar. Le dolió, porque en el fondo la apreciaba. Se habían conocido el mismo día que Pilar se mudó al country con Marcelo, su marido. Lo primero que le llamó la atención sobre los nuevos vecinos era la diferencia de edad. Era evidente que Pilar era, por lo menos, veinte años mayor que su marido.
Sin embargo, Merche nunca se consideró una persona prejuiciosa en cuanto a las relaciones de pareja. Sin ir más lejos, pensaba, su papá era seis años más joven que su mamá (que en paz descanse).
Pilar llegó un sábado a la mañana, en una camioneta que manejaba Marcelo, detrás del camión de la empresa de mudanzas. Habían comprado la casa dónde los López Contreras habían vivido hasta el 2001… muchos se fueron ese año… no era fácil.
Cómo se acostumbra, Merche se acercó darle a los recién llegados la bienvenida al paraíso. Si, para los de adentro del muro, la mierda estaba afuera. A partir de ese día, al menos dos veces por semana, Pilar y Merche se juntaban a tomar whisky bajo el fresno. El whisky es en estos lugares algo más que un té bien servido. Es un cómplice.
- ¿Este fin de semana nos iríamos?- Preguntó Merche.
- Sí, obvio. Estate lista el viernes las 5 de la tarde. Paso por tu casa y nos vamos. Pero nada de depres eh…. ¡La vamos a reventar!
- Bueno, pero mirá que yo no tengo mucha…
- Ya te dije, Merchi, que de eso me ocupo yo. ¿Para qué somos amigas, sino?
La respuesta a esa pregunta Meche la ideó muchas veces, pero nunca se atrevió a decirla.
Cada vez le resultaba más tedioso vivir dentro del muro. Cada vez se sentía más sola, sarcásticamente, menos protegida.
El viernes llegó y la encontró metiendo algo de ropa en el Luis Vuitton que le había regalo su marido cuando cumplió 40. Si bien no estaba emocionada con el viaje, la idea de estar dos días fuera del muro le gustaba.
A las cinco pasó Pilar con el famoso Brillance, que a los ojos de Merche no le pareció ni tan lindo, ni tan glamoroso…y mucho menos, ni tan cómodo.
Cuando dejaron atrás la seguridad de la puerta de entrada, tomaron la autopista que iba hacia el centro.
El reproductor de mp3 del auto escupía ridículas canciones de Chayanne, que Pilar cantaba dando claras señales de que sus clases de vocalización no marchaban bien.
Merche se dejó ir en sus pensamientos, iba callada, aunque de vez en cuando, coreaba un estribillo a pedido de Pilar.
Una vez en la ruta, Merche comenzó a disfrutar del verde, y se permitió por primera vez en muchos días, relajarse.
Pilar no era una mala mina, pero hacía tiempo que la amistad entre ellas no era lo mismo que antes. Pilar era lo que Merche dejó de ser a fuerza de cheques rebotados e hijos con algunas adicciones. No era envidia lo que Merche sentía, era una mezcla de lástima y decepción. Pilar no era mala mina, pero tenía dos defectos que a Merche la sacaban: no sabía guardar un secreto, y le encantaba contar con lujo de detalles su vida sexual con Marcelo, un pibe que tranquilamente, pensaba Merche, podría ser su hijo.
- ¿Sabés lo que más me gusta de Marce?- preguntó Pilar como adivinando los pensamientos de la otra….
- ¿Cómo te sacude en la cama?- se escuchó decir Merche.
- ¡Ja! Todo lo contrario… O sea, me vuelve loca que me coja en todos lados, menos en la cama.
- ¡No me digas! Y yo que pensaba que hacerlo en la cocina era toda una aventura… - Merche intentó seguir la charla, pero la verdad era que lo que menos tenía ganas de hacer era hablar de eso.
El sol comenzó a ponerse, el Brillance daba señales de responder a la perfección… iban a 170, y no se notaba. (Así pasan los accidentes después, pensó Merche).
- ¿Te parece que paremos a hacer pis en la próxima estación de servicios?- Preguntó Pilar.
-¡Si, claro! – pensó Merche mientras se decía que era lo más coherente que escuchó desde que salieron.
Estacionaron el auto chino amarillo patito (enfermo, pensó Merche) y entraron al drugstore de YPF. Sentado contra el vidrio de la izquierda, el que daba a la gomería, estaba él. Pilar le echó el ojo apenas cruzaron las puertas del local: Morocho, de barba desprolija, un lomo imponente, manos grandes, brazos formados, nariz ancha y no más de 35 años.
Merche entró al baño, y de reojo vio que Pilar le sonreía al “bola de pelos” ese, que estaba tomando una Quilmes en lata. Siempre igual, pensó.
Finalmente Pilar llegó al baño, y con una sonrisa cómplice le tira:
- ¿Lo viste? Está para partirlo al medio. Debe ser camionero. Son unas máquinas de sexo esos tipos.
- Tiene más pinta de limpia baños que de camionero, Pili. ¡Vos vas a terminar mal un día si le andas sonriendo a cualquiera que te mire el orto!- Soltó Merche.
- ¡Envidiosa!- dijo la otra sonriendo- El señor simplemente me sonrió y yo que soy una señora educada le devolví el cumplido.
Cuando salieron del baño, la mesa del señor estaba vacía. Pilar que se había retocado el maquillaje en el baño se decepcionó un poco. Pero al salir del drugstore, lo vio. Estaba parado al lado de la puerta, con una mochila colgada del hombro, y una gorrita con la visera para atrás.
Al verla sonrió, y se acercó decidido.
- Me preguntaba si serías tan amable de alcanzarme unos kilómetros.- Volvió a sonreír- Qué mal educado que soy, me llamo Rubén.- dijo extendiendo su mano para tomar la de Pilar, que sin notarlo, reía como una tarada.
- Hola, yo soy Pilar.
- ¿Pilar? Siempre pensé que me iba a casar con una Pilar…
Merche miraba la escena como hipnotizada, no podía creer que Pilar fuese tan…tan… ¿osada? No, tan estúpida.
- Vamos, Pilar. Se hace de noche- Dijo tomando el brazo de su amiga.
- ¿Hasta dónde vas?- Nosotras vamos a Pinamar- dijo Pilar.
- A Pinamar, también.
- No se hablé más- dijo Pilar- Te alcanzamos. Vení.
Merche se desfiguró, pero sabía que su amiga no iba a cambiar de opinión más allá de su cara de orto.
Subieron al Brillance, al que Merche notó más amarillo patito que esa tarde. Pensó, una vez más que era un color de mierda.
Rubén se sentó en el asiento de atrás, y durante las dos horas y pico que quedaban de viaje, se la pasó haciendo bromas y confesiones algo estúpidas con Pilar, que lo miraba por el espejo retrovisor cada vez más embobada.
Merche se dejó atrapar por el miedo. Se dormitó y se despertó sobresaltada al soñar una Pilar desnuda, ensangrentada y con un tiro en la cabeza.
Al llegar a Pinamar, Rubén le pidió a Pili que lo deje en una estación de servicios, que trataría de conseguir un lugar dónde pasar la noche, ya que la gente que lo contrató llegaría recién al mediodía siguiente.
Pilar no se atrevió a invitarlo a su chalet. Sabía que eso era pasar un límite. Sabía que eso pondría mal a Merche.
Una vez en el chalet, Merche se sintió más relajada, se dio un baño y se preparó para salir a cenar. La tele encendida en el canal de noticias contaba por enésima vez en el día que el ganador del Pullister de este año era un argentino llamado Oscar Soria por su investigación sobre el impacto que genera el apareamiento de pingüinos patagónicos sobre el cambio climático…o algo así.
Cuando dejaron la casa y caminaron las dos cuadras que la separaban del restaurante eran casi las diez de la noche.
El chalet de Pilar estaba ubicado en la zona más céntrica de Pinamar, Merche pensó lo contradictorio que parecía eso con su vida de claustro dentro del muro. Las paredes del edificio de al lado del restaurante estaban empapeladas con publicidades, pegadas, como de costumbre cerca de las elecciones, una sobre otra y sobre otra y sobre otra.
Ambas pasaban sin ver, como casi siempre, pero segundos antes de entrar en el local, Merche lo descubrió.
Pegado en la pared a unos metros de ellas, un afiche tamaño bestia de la cara de Rubén con al leyenda “Rubén Oso Rufman Vs. Carlos Tato Bota Club Social y deportivo Pinamar. Sábado 21 hs.”
- Mirá, Pili ¿ese no es tu amigo?
Pilar volvió sobre sus pasos y leyó el afiche, sonriendo.
- ¡Sí! Es Ru. – Y ya tenemos dos entrada para ir. Me las dio cuando lo dejé en la estación de servicio. Es peleador de catch. Mañana vamos a verlo y después nos invitó a cenar.
- ¿A cenar? ¿Tan seguro está que va a ganar?- preguntó Merche con el profundo deseo que Carlos Tato Bota lo mate en el ring.
- Vas a ver que va a ganar. Tengo hambre, entremos.
Cenaron tranquilas. Merche no podía dejar de pensarse sentada entre hombres gritando como animales por su luchador favorito. La idea le desagradaba. Pilar, por su parte, no podía dejar de imaginarse entre los brazos de Rubén. Merche inventaría alguna excusa para no ir, una jaqueca, una indisposición, algo. Quizás su amiga lo sabía, e insistiría, aunque en el fondo, Pilar albergaba el deseo que Merche no quiera ir.
Todo sucedió como si estuviera escrito. Merche se quedó leyendo, y Pilar se subió al Brillance, y se fue. Ese día habían caminado mucho por la playa, el clima había estado divino. Y Pilar, pensaba Merche, insistió menos de lo que se esperaba.
Merche cerró su libro y tirada en la cama prendió la tele. El canal local transmitía en vivo la pelea.
Lo poco que entendía Merche del tema, parecía ser que Rubén estaba matando al otro. Se desilusionó. Tiempo después dos hombres de traje comentaban que había sido un encuentro impresionante, cargado de emociones decían, que nuestro Oso Rufman había ganado un encuentro de lujo.
Pensó en un café caliente, así que se puso una bata y fue hasta la cocina. Cuando pasaba por el living escuchó ruidos en la puerta de entrada. Su sorpresa fue inmensa cuando el marido de Pilar entró en la casa.
-¡Marcelo! ¿Qué haces acá?
- Hola, Mercedes. Yo también me alegro de verte.- Dijo sonriendo.
- No, es que… no sabía que ibas a venir. Pilar no está, salió con unas amigas que nos encontramos hoy en la playa a cenar. A mi me dolía mucho la cabeza por eso me quedé.
- Bueno, la esperamos entonces.
Tenía razón Pilar, cuando Marcelo sonreía había algo que incomodaba a las mujeres. Era algo sensual, inexplicable. Merche se sintió ruborizar y por un instante tuvo la sensación que Marcelo le miraba las tetas. Sirvió dos cafés, y aprovechando que estaba sola en la cocina, le mandó un mensaje de texto a Pili con un “Tu marido está acá”, pero nadie le contestó. Probó llamar, pero la atendió el contestador. Llevó los cafés al living y se encontró con un Marcelo literalmente cambiado. Se había sacado el jeans y la camisa, y estaba con una bermuda color negro y una remera rosada que le resaltaba sus ojos verdes.
Se sentaron en los blancos sillones y charlaron afablemente durante unos quince minutos. Marcelo había decidido darle una sorpresa a su mujer, y por eso se tomó un avión. Le pidió disculpas por si le cagaba algún plan de “amigas”, a lo que Merche sonrió y le dijo que no era necesario disculparse. Que él también era “amigo” de ella.
Merche no podía dejar de pensar en lo que estaría haciendo Pilar. Su cabeza explotaba en imágenes sexuales, en transpiración, en los ojos en blanco de su amiga mientras estaba siendo embestida por el Oso. Y de repente, se dio cuenta… estaba excitada. Ella, Merche, la fría, estaba excitada.
Las imágenes de su cabeza se volvían difusas, por momentos se mezclaban con otras caras, con otros cuerpos, se veía a sí misma entre los brazos del Oso, ante al mirada cómplice de Pilar, que le acariciaba el pelo, y la besaba… ¡Por dios, la besaba! El Oso desaparecía, y en su lugar el que la embestía era Marcelo. Sí, el joven Marcelo que podría ser su hijo, la tenía entre sus brazos y le llenaba la boca de lengua. Estaba transpirada, se sentía sucia… Se disculpó con un Marcelo que la miraba desde el sillón de enfrente y se fue al baño.
Se mojó la cara, se miró al espejo. ¡Qué vergüenza! ¿Marcelo se habrá dado cuenta?
Salió del baño y no encontró a Marcelo en el living, buscó en la cocina y tampoco. Subió las escaleras de madera lustrada mientras lo llamó. La voz del hombre le respondió desde la habitación principal. Estaba decidida. Entró en el cuarto y se quitó la bata. Marcelo respondió al instante. En menos de un minuto sus cuerpos desnudos se encontraron.
Por la cabeza de Merche pasaban orgasmos de juventud, que intentaban volver a poseerla. Y lo estaban logrando. Marcelo sabía cómo tratar a una mujer como ella.
Ya nada importaba. Ni su marido, ni su amiga, ni el Oso, ni el muro, ni el amarillo patito de ese auto de mierda. El mundo sólo era, en ese instante, Marcelo.
Agotados, se dejaron caer en la cama.
- ¿Cómo estás? - Le preguntó el hombre, su hombre.
- Mejor que nunca – respondió una sincera Merche.
Marcelo se levantó y con su desnudes transpirada fue al baño, y se metió en la ducha.
Merche encendió un cigarrillo, y prendió la tele.
En el canal local se veía a una periodista bajita, entre policías y bomberos, informando sobre la posible muerte del Oso Rufman en un accidente fatal en la ruta. Más atrás, un auto volcado y en llamas, con una mujer aún adentro, decía la periodista bajita, “parece ser un auto importado, color amarillo, posiblemente” seguía diciendo, “Los bomberos no creen poder rescatar a la mujer a tiempo porque…”
Amarillo patito, pensó Merche mientras apagaba la tele. Se levantó y se metió en la ducha con Marcelo que la miró sorprendida.
- No te preocupes, Pili no vuelve hasta dentro de unas horas. Me avisó que se quedaban a jugar canasta en la casa de no se quién- dijo Merche que con las manos llenas de espuma, fregaba el pecho de un Marcelo sonriente.

Gonzalo Strano
Noviembre de 2008

domingo, 23 de noviembre de 2008

El caminante


Este cuento divido en 6 partes, es una joyita. Su autor es Alejandro Dolina, y fue publicado en la reedición de Las Crónicas del Ángel Gris.
Espero les guste...


El Caminante (I).

Cualquier dictamen sobre la persona de Tamas Dorkas es necesariamente apresurado. Puedo garantizar, eso sí, su calvicie y su estatura exigua.
La primera vez que lo vi, fue en la calle Bacacay. Por comodidad literaria, podría mentir que andaba yo sin rumbo fijo. La verdad es que -como casi siempre- dudaba entre algunos rumbos posibles.
Dorkas apareció a mis espaldas e hizo oír su voz chillona.
-Tenga cuidado, amigo. Este barrio está lleno de brujas. No le conviene caminar cerca de las paredes.
Mientras hablaba, se movía a mi alrededor con paso gimnástico.
-Yo si fuera usted, buscaría la luz de la avenida. Aquí suceden cosas muy extrañas.
Después de esta frase, ensayó una carrerita y me sacó como cuarenta metros de ventaja.
Yo apuré el paso y, tal vez por cortesía, le grité :
- Espere... Si quiere decirme algo, dígamelo del todo... Deténgase, por favor.
- Ese es el punto... no puedo detenerme. Y no es una metáfora. Quiero decir que me resulta enteramente imposible dejar de caminar.
El hombre se creyó en el caso de ilustrar sus palabras con movimientos ostensibles.
Empezó a trotar en zig-zag, mientras reclamaba con miradas insistentes un gesto de comprensión.
- Pero, ¿por qué no puede detenerse?
- Si me hace el favor de acompañarme un rato, se lo explicaré.
Doblamos por Artigas hacia el norte. Tuve la sensación de que Dorkas usaba su paso como recurso expresivo. Marchaba más lentamente en los silencios. Enfatizaba pisando fuerte. Cuando no encontraba una palabra, su andar se hacía sinuoso. Y si trataba de recordar algún detalle olvidado directamente retrocedía.
Me llamo Tamas Dorkas y vivo en todas partes. Así como me ve, yo he sido un gran seductor. He tenido muchas mujeres, no es por presumir. Las amaba por un tiempito y después las abandonaba. Trataba de lograr que se enamoraran mi y cuando estaba seguro de ello, desaparecía.
Dorkas subrayaba la inconstancia de sus amores subiendo y bajando del cordón de la vereda.
- Pero un día, tuve la desgracia de encontrarme con La Bruja. Por si usted no lo sabe, se trata de la mujer más hermosa del mundo. En verdad, ella también disfrutaba provocando amores desgraciados. Yo me enamoré vergonzosamente. Era capaz de cumplir las comisiones más indignas, con tal de complacerla. Una noche me comunicó su decisión de abandonarme en los términos más crudos. Entonces me desesperé. Me arrastré como un gusano. Imploré supliqué. Y luego me ejercité en el reproche minucioso. La Bruja resolvió castigar mi estupidez: me hechizó. Me hechizó del modo espantoso que usted puede ver. Estoy condenado a caminar perpetuamente.
No puede evitar algunas indagaciones burguesas.
- Disculpe, señor Dorkas. Pero... ¿cómo hace usted para vivir al trote? Hay ciertas cosas...
- Si, ya sé. Todos preguntan lo mismo. Uno se acostumbra. No quiero escandalizarlo con detalles: puedo decirle que me las arreglo bastante bien. Por ejemplo, puedo dormir caminando. Lo malo es que a veces me despierto en lugares totalmente desconocidos.
- ¿Y no hay ninguna forma de romper el hechizo?
Claro que sí. Los Brujos de Chiclana me han dicho que para liberarme, debo encontrar cinco cosas. Desde luego, se trata de hallazgos casi imposibles.
- A ver.
Primero: una copa del licor del recuerdo...
Segundo: localizar una de las entradas del infierno...
Tercero: conseguir la cigarrera de níquel que garantiza el amor de las mujeres...
Cuarto: encontrar a alguien que ame a la bruja más que yo...
Quinto: estrechar la mano de Manuel Mandeb.
- Creo que los Brujos de Chiclana se han burlado de usted. Jamás podrá cumplir.
Y ahora si me permite, su conversación es muy interesante, pero estoy empezando a cansarme.
No se preocupe, estoy acostumbrado. Siempre sucede lo mismo. Ya nos encontraremos: algo me dice que usted va a ayudarme.
- ¿ Qué le hace pensar tal cosa?
Dorkas empezó a explicármelo. Pero la esperanza le aceleraba el paso y ya no pude seguirlo. Me senté en un umbral y dejé que se fuera hablando solo.


El Caminante (II).


La segunda vez que me encontré con Dorkas, ya era invierno. Me pareció que caminaba más ligero que antes. Llevaba en la mano una botellita verde.
- Salud, amigo... ¿ Quiere un traguito?
- ¿ Ginebra?
- Licor del recuerdo, caballero. Mójese los labios y el pasado estará con usted.
- Gracias. Pero creo que no lo necesito. El pasado siempre está conmigo.
Empezó a correr hacia atrás como un loco, mientras me gritaba:
El universo tiende al olvido. La memoria es apenas una resistencia efímera. La vida es una resistencia efímera. Beba conmigo.
Volvió a los saltos y me ofreció la botella. No tuve más remedio que apurar un sorbo.
- ¿ Y ? ¿ Recuerda algo?
- Yo siempre recuerdo lo mismo, Dorkas.
- Usted me ayudó a hacer el primer milagro, que es el más difícil. En verdad es el único milagro. Una vez que uno camina sobre las aguas, ya nada resulta imposible.
- ¿ Por qué dice que yo lo ayudé ?
- No me haga explicar dos veces la misma cosa.
Galopó hacia el norte y se perdió en la noche.


El Caminante (III).


Acompáñeme, amigo. Creo que estoy en condiciones de mostrarle una de las entradas del infierno.
Yo estaba de mal humor, como casi siempre en aquel tiempo.
- La ingenuidad cósmica es insoportable, Dorkas. Para usted, cualquier jarabe es licor del recuerdo, cualquier cigarrera es mágica, cualquier agujero en el piso es la entrada del infierno. No se engañe. No hay milagros.
Dorkas empezó a caminar a mis espaldas tal vez para argumentar mejor. - Me extraña que un hombre como usted no comprenda que los milagros se cumplen de un modo misterioso, poético, simbólico. Quien no tenga fe poética, nunca verá un milagro, ni aunque se lo hagan delante de las narices.
- Salga de ahí con las alegorías. Uno quiere ser inmortal y tratan de contentarlo con el recuerdo que dejará en los otros. Uno quiere volar y le hablan de pensamientos espirituales. Uno quiere conversar con los muertos y debe conformarse soñando con su abuelo.
- Venga conmigo y verá un prodigio contante y sonante.
Con un trote que no admitía réplica, me paseó por todo el barrio. Cada tanto se daba vuelta y trataba de apurarme con voces de aliento.
- Vamos, vamos. Si no me falla el cálculo, las puertas del tártaro están por abrirse.
Pasamos frente a una casa pardusca en la calle Bogotá
- Es aquí. Esperemos.
Yo me senté en el cordón de la vereda de enfrente. Dorkas empezó a caminar de esquina a esquina. Pasaron horas.
Cerca de las dos de la madrugada, la puerta se abrió y apareció una mujer alta, vestida de negro. Dorkas se me acerco al galope.
- Tenga mucho cuidado.....
- Es solamente una mina.
- Si tiene valor, mírela de cerca.
Cruce la calle. La mujer ya caminaba hacia el norte. Me puse a su lado. Ella se detuvo bruscamente y me miró. Era el diablo.


El Caminante (IV).


Durante varios meses no tuve noticias del caminante. Todas las noches me daba una vuelta por la casa de la calle Bogotá, con la esperanza de cruzarme con aquella mujer que, según Dorkas, era el diablo.
No pude volver a verla. Pero sí vi salir a muchos hombres. Calculé que serían demonios, ya que los réprobos no pueden ausentarse del infierno a su capricho. Parando la oreja, me pareció escuchar lamentos y quejas de los condenados que seguramente ardían en las habitaciones del fondo.
Debo confesar que estaba obsesionado con aquella hembra. No podía pensar en otra cosa. Mis amigos me evitaban. Había dejado mi trabajo. Me había enamorado del modo más ruin.
Una noche de carnaval. Busqué distraerme con una pechugona que conocí en la plaza. Mientras la inspeccionaba distraídamente en un portón, oí a mis espaldas la voz del caminante perpetuo.
- Alegría, alegría -gritó y me mojó con un pomo.
Estaba disfrazado de El Zorro. La casaca le había quedado mal abotonada y fuera del pantalón, como fatalmente ocurre cuando uno se viste caminando. -Gusto en verlo, Dorkas. Le presento a mi amiga.
La pechugona sonrió mientras se acomodaba la ropa.
El hombre estableció una órbita alrededor de un árbol.
- Mire lo que tengo.
Sacó del bolsillo una cigarrera.
- Este objeto, señor mío, permite a su poseedor alzarse con el amor de todas las damas.
- ¿ De todas ?
Me esforcé en argumentar que no era deseable ser amado por la totalidad de las señoras. Sino más bien por aquellas que uno mismo eligiese. Pero Dorkas me cortó en seco.
- No piense que usaré la cigarrera para expandir mi serrallo. Usted bien sabe que sólo pretendo romper el hechizo de la bruja.
- ¿ Cómo la consiguió ?
- En la calle Condarco, por supuesto
- Sea prudente, Dorkas Este barrio esta lleno de charlatanes y de falsos hechiceros que se aprovechan de las personas demasiado crédulas. ¿ Cómo sabe que esa cigarrera es mágica ?
- No lo sé. Tan sólo lo deseo.
Dio media vuelta y marchó a paso vivo por el empedrado. Yo me dispuse a reanudar mis caricias callejeras, pero la pechugona, sin saludar siquiera, corrió tras de Dorkas, lo tomó del brazo y me abandonó para siempre.


El Caminante (V).


Recién en el otoño volví a ver a la mujer de la calle Bogotá. Salía al caer la noche y yo caminaba a su lado trenzando frases ingeniosas hasta que ella me pedía explícitamente que la dejara en paz.
Por fin, al cabo de largas semanas de humillación, conseguí que se sentara conmigo en un banco de la estación de Flores. Supe su nombre: María. Casi no me dijo otra cosa. Me escucho distraídamente durante algunos minutos y después se fue.
A partir de entonces mi guardia frente a la casa se hizo perpetua. La acechaba sin disimulo. Gracias a mi pertinencia pude lograr que aceptara modestas invitaciones. Al menos una vez por semana, nos sentábamos a conversar.
Ella advirtió inmediatamente que tenía poder sobre mí. Y encontró solaz ejerciéndolo.
Solía indagar con fervor la naturaleza de mis sentimientos, empujándome a la confesión.
Fingía dudar de mi sinceridad y me obligaba a la promesa y al juramento. Entonces, cuando yo esperaba la revelación de su amor, cuando yo creía que iba a besarme me hablaba de otros hombres o de asuntos sin importancia o se iba.
En mi estupidez, insistía en hacer ostensible mi desesperación. Me le mostraba tétrico, vencido. Coqueteaba con mi desdicha y lucía ese ingenio resentido de los que creen que su fracaso es injusto.
Cuando María calculaba que mis fuerzas se iban agotando, encendía mi esperanza con mínimas señales de afecto. El sólo roce de su mano me ilusionaba de un modo vergonzoso. Los pocos amigos que aún me quedaban debían soportar tediosos informes sobre el asunto.
Una tarde de invierno yo vigilaba bajo la lluvia. Hacia semanas que no veía a María. Estaba sucio y mal dormido. Temblando de frío, murmuraba, a modo de ensayo, unos reproches siniestros que venía preparando. Tamas Dorkas llegó gambeteando baldosas flojas.
- Ya está. El cuarto milagro está cumplido. Encontré a un hombre que ama a la hechicera más que yo.
- ¿ Y quién es ese estúpido?
- Usted.


El Caminante (VI).


Asombrar con gestos amorosos a una persona que nos rechaza es, ante todo, una grosería.
Así como el que confiesa sus secretos íntimos al compañero de asiento, como el que hace regalos demasiados caros, me postulé ante María. Ella, cuando se aseguró de mi completa obsesión, me despidió irrevocablemente.
Una vez cumplidas todas las maniobras de la indignidad, me encargue de manipular las cenizas de aquella historia para que parecieran restos de un gran amor.
Inventé un tiempo de plenitud que nunca existió. Me obligué a suponer que María me amaba pero se resistía a admitirlo, en virtud de vaya a saber que jarabes psicológicos. Se me puso en la cabeza que era buena. Puse en plural sensaciones que fueron solamente mías.
Una madrugada de octubre, volví a encontrarme con Dorkas. Marchaba, cosa infrecuente, con paso fatigado. Me dio la mano a la pasada.
- Gusto en verlo - le dije -. Veo que sigue tan hechizado como siempre.
En silencio fue hasta la esquina y volvió.
- No crea. Me parece que ya cumplí los cinco encargos de los Brujos de Chiclana. El licor, la entrada del infierno, la cigarrera. el enamorado.....
- ¡ Objeción ! - le grite -. Yo estoy enamorado, pero no de la Bruja. sino de María.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son La Bruja.
- Usted llegó a sugerir que María es el diablo.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son el diablo.
- Usted parece pensar que toda frase sonora es verdadera. Además, si no calculo mal, le falta estrechar la mano de Manuel Mandeb.
- Acabo de hacerlo - dijo Dorkas -. Usted no me engaña. En este barrio todos conocen las historias de Mandeb, pero nadie lo ha visto jamás. Usted es Manuel Mandeb. Usted es Jorge Allen. Usted es Salzman y Castagnino. Usted quisiera ser filósofo, ser poeta, ser músico, ser jugador, pero apenas si se atreve a contar historias, dándose aires de no creerlas del todo.
- Esa es otra de sus alegorías. Claro que en cierto modo soy Mandeb como en cierto modo soy la emperatriz de Bizancio. Pero, según se ve, los brujos de Chiclana no se contentan con metáforas. Usted no cumplió.
- Le aseguro que cumplí.
- Y entonces, si ya rompió el hechizo, ¿ por qué no se detiene ?
Dorkas empezó a pisar más fuerte que nunca.
- Hay algo que usted debe saber: todos estamos condenados a un hechizo cósmico. El universo es irremediablemente fugitivo. Nadie puede detenerse. Salvo que usted sea tan estúpido como para creer que detenerse es esto.
Y se plantó, firme como una estatua, delante de mí.

sábado, 22 de noviembre de 2008

La canción

No es la idea de este blog mostrar canciones y videos, o al menos, no sólo eso. Sin embargo, acá vamos otra vez.
Pedro Guerra es un canta autor español no muy conocido, pero créanme, es impresionante como escribe.
Lo descubrí hace unos años, en uno de esos días de lluvia que no te dan ganas ni de suicidarte. Prendí la tele, y ahí estaba cantando con Ana Belén una canción. Y empecé a bajar sus temas...hasta que llegué a Deseo...
La mejor versión de este tema, la canta nuestro querido Baglietto... Sin embargo, para honrar a su autor, acá está su versión.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ismael

Hace algún tiempo, en la casa de la Marce, en Córdoba, nos juntábamos a comer, tomar y cantar.
El Ama, la Marce, la Lu, la Turca y yo. (Sí, en Córdoba antes del nombre va "la" o "el"). En eso estábamos cuando le pregunto al Ama (poseedor de la noble sabiduría de tocar la guitarra) si sabía alguna de Ismael Serrano. Obvio, el muy culiao no sabía ni quién era.
Al mes, en otro de esos encuentros, el Ama agarra y me dice: "cuchá, esta es para vos" y comienza a tocar "Recuerdo". Enseguida imprimimos la letra y la arruinamos entre todos... Qué belleza.

Me levanto temprano, moribundo
perezoso resusito, bienvenido al mundo
con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo en el metro
aburrido vigilo las caras de los viajeros
compañeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de en frente,
un rostro de repente,
claro ilumina el bagon
en sus gestos traen recuerdos,
de otros paisajes otros tiempos
en los que una suerte mejor me conocio.
No me atrevo a decir nada,
no estoy seguro,
aunque esos ojos sin duda son los suyos,
mas cargados de nostalgia, quizas mas oscuros
Pero creo que eres tu, y estas casi igual
tan hermosa como entonces, quizas mas
sigues pareciendo la chica mas triste de la ciudad.
Cuanto tiempo ha pasado desde los primeros errores?
Del interrogante en tu mirada?
La ciudad gritaba y maldecia nuestros nombres,
jovenes promesas, no, no teniamos nada.
Dejando en los portales
los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincon sin luz,
agarrate de mi mano,
que tengo miedo del futuro,
y detras de cada huida estabas tu, estabas tu.
En las noches vacias,
en que regreso,
solo y malherido, todavia me arrepiento
de haberte arrojado, tan lejos de mi cuerpo.
Y ahora que te encuentro,
veo que aun arde, la llama que encendiste,
nunca, nunca es tarde,
para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo,
antes de que te bajes,
de este sucio bagon y quede muerto,
mirarte a los ojos y tras de recordarte,
que antes de rendirnos, fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
Como estas?
Cuanto tiempo te acuerdas de mi?
y una sonrisa timida responde:
Perdone, pero creo que se ha equivocado,
disculpe señorita, me recuerda tanto
a una mujer que conoci hace ya algunos años.
Mas viejo y mas cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos...
(Ismael Serrano)


martes, 18 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Esqueleto Marioneta

Uno de los videos que más me gustan del youtube!!!Un groso el flaco.

¿Alguien conoce a Eugenia?




En algún momento ella dejó de mandarle mails a E. condenándolo a extrañarlos… a decir verdad, E. la extraña a ella. Y se lo escribió en una pared, como graficando para siempre ese dolor. En la calle Charlone 375 puede leerse su lamento.Quizás, Eugenia es una morocha infartante, de esas que abundan por la zona del Abasto, o una rubia platinada, de esas que abundan en la tele. O mejor aún, Eugenia tal vez es una pelirroja con la cara llena de pecas, y con bucles que le vuelan al viento como en las propagandas de shampoo.Si alguien la conoce, que me haga el favor de avisarle que E. la extraña.Pensemos un poco en E.¿Será Esteban? ¿Emiliano? ¿Ernesto? ¿Evaristo? ¿Elena? ¿Elsa? ¿Esther? ¿Enrique? ¿Ezequiel? ¿Emilio? ¿Eva? ¿Eugenio? ¿Eleonor? ¿Eleonora? ¿Emanuel? ¿Eduardo? ¿Edgardo? ¿Estefania? ¿Estéfano? ¿Efraín? ¿Elizabeth? ¿Edith? ¿Ema? ¿Erica? ¿Evangelina? ¿Ernestina? ¿Elisa? ¿Evelyn?¿O quizás el destino es tan retorcido, y maravilloso, que E. se llama también Eugenia? ¿No vamos a ponernos fachos con el tema de las sexualidades verdad?Quién quiera que seas, E…. ¡Fuerza Carajo! No dejes un solo día de revisar tu casilla de correo, concentrate con todas tus fuerzas cuando te estás logueando… ¿Quién te dice que un día Eugenia te mande otro mail?A ver… Permitime proponerte algo… No importa el por qué dejó de escribirlos… Ya no.Ahora, hay miles de personas que están haciendo fuerza para que en algún lugar, alguna castaña, mezcla rara de rubia diva y morocha infartante con pecas en la cara, vuelva a ser tu EUGENIA.

Maldito Sabina


No intento hablar de la vida de Sabina, ni de sus delirios, ni de sus benditos malditos.Mi relación con Joaquín es como un partido de fútbol, donde el flaco siempre me gana…siempre tira la pelota justa en el lugar indicado.Estoy convencido que a Joaquín lo aman por igual mujeres y hombres. Ellas porque se derriten con esa voz de lija, con esa garganta con arena… Ellos, simplemente porque lo entienden, por considerarlo un cómplice más que un contrincante.Es que es difícil no sentirse identificado con sus letras, es muy difícil no tener esa sensación de “me lo está diciendo a mí”.Y uno tiene sus momentos de debilidad, donde una letra te araña el corazón, te pone la piel de gallina, te afloja… Y Joaquín, lo sabe. Él tira el pelotazo y nosotros, como buenos seguidores, nos dejamos hacer el gol, porque entendemos que sería sumamente aburrido atajar todos los pelotazos.Debo admitir que a mí, a veces incluso en una misma canción, me gana por goleada.Veamos un ejemplo de tiros directos al arco:
“Sólo me pongo triste cuando alguno, en el momento más inoportuno, me pregunta por ti”.
“Pero el tiempo de los besos y el sudor…es la hora de dormir”
“Yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escenas del sofá”
“Los besos que perdí por no saber decir te necesito”
“Ahora que nos besamos tan despacio…”
“Este almacén de sábanas que no arden, este teléfono sin contestador, la llamaré mañana, hoy se me hizo tarde, esta forma tan cobarde de no decirnos que no.”
“Algunas veces gano y otras veces pongo un circo y me crecen los enanos”
“Estaba sólo cuando al día siguiente el sol de desveló me desperté abrazando la ausencia de su cuerpo en mi colchón”
“Si llevas grasa en la guantera y un alma que perder, aparca, junto a sus caderas de leche y miel.”
“Pero dos no es igual que uno más uno”Bueno, como verán… Sabina es un hijo de puta. Pero es un hijo de puta que vale la pena leer, escuchar, mirar y sobre todo, tratar de entender.Si nos alejamos del romanticismo, encontramos otras frases o ideas de este tipo que también son, a mi entender, maravillosas
“La monarquía es un déficit democrático que sufrimos por herencia”
“El amor es una epidemia que se acaba con el tiempo”
“Está bien tener sombrero por si se presenta una buena ocasión para quitárselo”
"Hay que condenar todas las muertes, incluso la natural."
"Mi plan es envejecer sin dignidad."
"Pelearé hasta el último segundo y mi epitafio será: No estoy de acuerdo."Intenté armar una lista de las 5 mejores canciones de Joaquín, y fui anotando las que más me gustaban… terminé con una lista de 17 de las que me fue imposible elegir sólo 5. Así que me rindo a sus pies.Los invito a escucharlo, los invito a conocerlo. Y a aquellos que como yo, lo conocen, los invito a seguir sufriéndolo.

A pedido de Rosario

Rosario, lectora de mis boludeces desde hace tiempo, viene así, de atrevida como es y me dice:
"boludo... (sí, pónganle nombres a sus hijos que siempre serán llamados boludo/a) ¿sabés qué?, vos tenés que tener un blog".
Y bueno, yo que soy sumiso y obediente, le hice caso.
Este blog se llama Medio Blog, porque la verdad, no entiendo aún muy bien cómo es un Blog con todo.
Así que por lo pronto, podrán leer dos cositas ya publicadas en el glorioso Listao y ya veremos cómo sigue la cosa...
Bienvenidos... INGENUOS!!!!!