miércoles, 31 de diciembre de 2008

Apóstoles 6


Juan

A Juan le gustaba escribir. Su primer poema lo escribió a los ocho años y se lo dedicó a su mamá. Durante la adolescencia no encontraba mejor regalo para hacer que escribir un poema.
Algunos aún guardan celosamente alguno de ellos… A su primera novia le dedicó un solo poema, uno corto, que decía algo así:

“Ese beso, mi refugio final
Mi aldea, mi huida.
Esos ojos, mi castigo divino
Mi dolor, mi misterio
Tu perfume, mi vida secreta
Los clavos de mi cruz.”

Su novia nunca lo entendió, y por la cara que puso cuando Juan se lo leyó, él decidió no volver a escribirle. En verdad, decidió dejarla, que era casi lo mismo.
En la clase de literatura, la profesora Carrizo lo escuchaba embobada. Y sus compañeros le rogaban que escribiera poemas largos, así la profesora no daba clases escuchándolo.
Juan escribió sobre el amor, sobre los besos, sobre el engaño, la amistad, la familia, las estaciones (especialmente el otoño), sobre el mes de abril, y hasta sobre la escuela. Pero no escribió sobre la muerte. Juan era consciente que este tema era una materia pendiente. Todos los poetas que se jacten de tales deben escribir sobre la muerte. Juan lo sabía.
Cuando cumplió 17 la materia adeudada lo invadió. No podía pensar en otras cosas. Comenzó a nacer en él la necesidad de conocer sobre la muerte. Leyó cuanto poema encontró sobre la muerte. Habló con amigos que habían perdido a un ser cercano, vio películas, escuchó canciones, fue al teatro y comenzó a colarse en cada velatorio que podía.
Entraba y se sentaba cerca del cajón con los ojos llenos de lágrimas, abrazaba y consolaba a los deudos, e inventaba alguna historia sobre cómo había conocido al difunto. Pero todo era en vano, cuando se sentaba dispuesto a comenzar un poema sobre la muerte las palabras no brotaban de él como solían hacerlo casi a diario con otros temas.
Todo esto hacía que su obsesión crezca. Prácticamente no hablaba de otra cosa. Sus amigos comenzaron a alejarse. Su familia lo trataba como a un loco.
A los 22 consiguió un trabajo en una revista, y con su primer sueldo se alquiló una pieza en una pensión de Barracas.
Pocas veces se lo vio salir de su habitación después de que llegaba de trabajar.
Pero su obsesión lo comía por dentro como una lombriz con dientes de diamante que chorreaban dudas sobre sus entrañas. Cada vez se lo veía más flaco. Ni a él lo sorprendió el telegrama de despido.
Fue por aquél entonces que la idea comenzó a gestarse. Cuánto más cerca de la muerte, más la comprendería y allí vendrían los poemas.
Comenzó con unas pizcas de arsénico en el desayuno. Lo único que lograba eran dolores de estómago. Aumentó la dosis, comenzó a mezclarla con otras cosas. En ayunas se tragaba una cuchara sopera de veneno para hormigas, después desayunaba con arsénico.
Comenzó a notar un cambio leve en el color de su piel. Se alegró y consideró un avance importante en su experimento. Fue por aquél entonces cuando decidió suspender los almuerzos y las cenas. Pero no la merienda, a la que a las tostadas y al mate le agregó las piedritas de colores del veneno para ratas.
No lo hacía desmedidamente. El dolor regulaba la dosis. Y así pasaron tres semanas.
Un miércoles de agosto, las palabras vinieron a él. Y comenzó a escribir. Las hojas de su cuaderno se llenaban una tras otra. Pero la enorme lombriz de su interior quería más y más.
Decidió dar un paso más e inyectarse una mezcla del mata hormigas y amoníaco. El efecto fue inmediato. Juan comprendió todo lo que durante años buscó sin respuesta. Descubrió todos los secretos de la muerte, la vio a la cara, la beso en la boca. Todas las ideas fluyeron por su cerebro, invadieron su alma en una sola palabra que se apresuró a escribir en la hoja blanca frente a él. Sabía que tendría una solo posibilidad antes del final. Pero la palabra debía quedar escrita para quién la leyese, para quién la encuentre, para quién la entienda.
Sobre la mesa, al lado del cuerpo hinchado y verde de Juan, una hoja delataba su mayor misterio en cuatro letras escritas con una caligrafía casi infantil, temblorosa. En la hoja final se podía leer: “NADA”.
Juan es el sexto apóstol de esta historia.

jueves, 25 de diciembre de 2008

Apóstoles 5


Felipe

Cuándo le preguntaron de chiquito a quién quería más, si a su mamá o a su papá, Felipe lo pensó demasiado. Finalmente respondió, ninguno de los dos me quiere a mí cómo deberían quererme. La tía Margarita se quedó muda. No sería la primera vez que Felipe dejara mudos a sus interlocutores.
Desde la infancia desarrolló la habilidad de decir lo que pensaba de la manera más honesta que le salía. Felipe no mentía, no se sentía cómodo mintiendo.
Cuando cumplió 12 años, su abuela le regaló un saquito tejido a mano de color bordó. A Felipe el color no le gustaba, su cumpleaños era el 4 de enero y el calor era insoportable.
- ¿Te gusta, querido?- Le preguntó la abuela sonriente.
- Es una mierda. – Respondió, y se fue al patio a charlar con sus compañeros.
La escuela secundaria lo enfrentó al dilema de tener que decir lo que los profesores querían escuchar sin traicionarse. No pudo hacerlo. Para él Colón no era un conquistador, ni un descubridor, sino el primer genocida americano. Para él, la Revolución industrial no era progreso, sino el principio del fin.
Hubo un profesor de historia que era el único al que Felipe respetaba. El primer día de clases el tipo abrió su portafolio y empezó a sacar fotocopias con las caras de los próceres de Argentina, y las pegó por las paredes del salón.
- A partir de este momento, cualquier cosa que tengan que decirles, se la dicen en la cara. Les presento a los que desde hace dos siglos, nos cagan, nos defienden, nos hacen y nos deshacen. Nuestros próceres.- Dijo el profesor.
Felipe levantó la mano y habló cuando el profesor lo permitió.
- Quiero que sepa que yo siempre digo lo que pienso, con fotos, o sin fotos.
El profesor lo miró a los ojos. Y le sonrió.
- Quiero que sepa, alumno, que yo también. Y le recomiendo, sólo como un consejo, que piense antes de hablar. Hay mucha gente que deja su cerebro olvidado en la mesa de luz. No sea como ellos.
Terminó la secundaria y se inscribió en la Universidad de Luján para seguir el profesorado de historia.
En el tren que salía de Moreno, conoció a Paola. Comenzaron a salir un lunes, y no se separaron más. Hasta ayer.
Paola quedó embarazada cuando cursaban el tercer año. Se fueron a vivir juntos a un departamento que alquilaron cerca de la universidad.
El embarazo fue complicado. Paola tuvo que hacer reposo desde el tercer mes.
Felipe trabajaba y estudiaba. Poco tiempo le quedaba para atender a su esposa.
Allí decidieron contratar a Miriam, una chica del pueblo para que atienda y ayude a Paola durante el día.
Felipe no pudo evitarlo. Miriam lo volvió loco. Lo calentaba, lo ratoneaba. Paola no tardó en darse cuenta.
Y a Felipe, una vez más, lo traicionó su sinceridad.
- ¿Y que querés que haga?… ¡vos parecés una vaca postrada!- fueron sus palabras.
El velador dio de lleno en la frente de Felipe, que cayó de espaldas contra la cómoda. El golpe en la espalda no lo mató. Tirado en el suelo y mareado vio cómo Miriam entraba en la habitación y se acercaba a Paola. Se besaron apasionadamente.
Miriam agarró el velador y terminó el trabajo.
Felipe es el quinto apóstol de esta historia.

martes, 23 de diciembre de 2008

Apóstoles 3 y 4




Santiago y Santiago

El destino a veces se nos ríe en la cara y las coincidencias pueden existir.
Santiago tenía 19 años cuando conoció a Santiago, que por comodidad literaria, llamaremos Santi. Fue en el cumpleaños de una amiga que tenían en común. Se podría decir que fue amor a primera vista, aunque ninguno de los dos creía que hubiese ojos que resistan amor tan fuerte.
Santiago nunca tuvo dudas sobre su elección sexual. Lo supo a los 7 años cuando creyó enamorarse de su compañero de banco. Luego sabría que esa clase de amor, son los que más duelen, y sin embargo, los que menos recordamos.
Santi, sin embargo, se consideraba bisexual, aunque nunca había tenido sexo ni con hombres ni con mujeres, se creía capaz de amar a ambos. Esa noche, en el cumpleaños de Lola, Santi descubrió que el amor no tiene sexo, no es planeado, y es atrevido. El sudor de sus manos cuando Santiago le dijo “sos lindo… ¿sabías?” le demostró que su destino estaba al lado de ese hombre de ojos verdes que lo miraba detrás de los lentes.
Se fueron juntos de lo de Lola al departamento de Santiago. En el taxi sus manos se cruzaron y las palabras, cómo suele suceder en esos casos, sobraban. Las 30 cuadras que separaban la casa de Lola del departamento de Santiago se hicieron eternas. Sin embargo, ambos aprovecharon ese tiempo para pensar en lo felices que estaban.
Al llegar sus bocas explotaron, con el beso de uno dentro del beso del otro. Los cuerpos, las miradas, el aliento a triunfo y el miedo que ya no importaba invadían todo.
Desde la pared del cuarto un cuadro de Kandisky los observaba amarse, morir y resucitar en cada movimiento.
Se amaron hasta el amanecer. Se durmieron abrazados.
Pasado el mediodía Santi despertó y se encontró solo en la cama, abrazó la almohada que tenía a su lado y sintió el olor del otro. Escuchó el silencio que lo rodeaba. Santiago habría salido, pensó.
Se levantó para prepararle a su hombre, a su compañero, algo para comer.
Con su desnudes a cuestas, fue a la cocina y allí lo vio.
La heladera abierta, el piso mojado, Santiago en el piso, quieto, con un gesto de paz que se llevaría al otro mundo.
Santi se vio arrodillado, se vio llorando, se vio gritando, se vio besando, se vio agarrando la cuchilla, se vio clavando, se vio sangrando, se vio cayendo.
Tres días después, la madre de Santiago los encontraría en el piso frío, desnudos. Ese día la madre de Santiago se enteraría que sus sospechas eran ciertas. La señora lloró, la vergüenza de explicar cómo murió su hijo en manos de un depravado era mucha. Casi mecánicamente buscó en los cajones de la mesada los guantes de goma y se puso a limpiar.
Santi y Santiago, son el tercer y el cuarto apóstol de esta historia.

domingo, 21 de diciembre de 2008

Apóstoles 2


Mateo

La barra de la esquina había agregado a un nuevo miembro. El chico nuevo del barrio se llamaba Mateo. Era un pibe simpático y comprador. Poco le costó hacer migas con los muchachotes del barrio y ser uno más de los que se sentaba contra el paredón de la fábrica de muebles a fumar, y divertirse un rato, pero como ellos mismos decían, sin molestar a nadie. Las tardes después del colegio eran las más esperadas por Mateo.
Sus padres se habían mudado al barrio desde el interior, por trabajo. Él era hijo único, y la verdad sea dicha, nunca le importó mucho no tener hermanos. Siempre se las arreglaba para crearlos. Sí, crearlos es la palabra correcta.
La imaginación de Mateo no tenía límites cuando se trataba de crear amigos. Cuando tenía cinco años les presentó a sus padres a un tal Jesús, que obviamente no existía. Los padres, siguiéndole el juego le sonrieron la picardía. Incluso ponían de vez en cuando un plato más en la mesa.
Pero la cosa se fue agravando. Un día la maestra de séptimo los citó para conversar sobre Mateo.
- Es buen chico, aunque tiene un comportamiento algo extraño.- Les dijo la señorita Elena. – Por momentos lo reto porque habla, y el me responde que es de mala educación no responder cuando alguien le habla. Y eso no sería malo, si alguien más hubiese hablado.
Esa noche después de cenar hablaron con Mateo, que juró que un tal Ignacio, un señor de unos cincuenta años dijo, le preguntaba la solución del problema de matemáticas.
Las cosas poco a poco empeoraron. Fue allí que los padres decidieron que lo mejor era mudarse a la capital.
Unos meses después la enfermedad de Mateo se volvió incontrolable. Se lo veía solo contra el paredón de la fábrica de la esquina hablando, fumando y riendo, todas las tardes.
Los muchachos del barrio lo miraban cuando pasaban por allí para ir a la plaza a jugar a la pelota.
- Ahí está- decían- El loquito que habla con el humo. Y todos se reían.
Una tarde de verano, Mateo no se presentó en el comedor del pabellón. Los enfermeros lo encontraron colgado de un cinto en un baño. Su rostro morado por la falta de oxígeno resaltaba aún más la sonrisa muerta en su boca.
En la pared estaba escrito con un trozo de carbón “Jesús, yo sé que vos estás”.
Mateo es el segundo apóstol de esta historia.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Apóstoles 1



Andrés

Andrés nació el 3 de abril del 82. Ese día había amanecido nublado. Un cielo negro y cargado de humedad le indicó a Laura, su mamá, que Andrés vendría a este mundo. Pero la sensación era extraña, Laura siempre supo reconocer cuando las cosas no iban bien. No se equivocaba. No sobrevivió a las complicaciones del parto. Andrés estaba trabado en el vientre, eso dijeron. El papá queda fuera de este parto, estaba embarrado en Malvinas, matando ingleses.
Lo crió Pepa, su abuela materna. Ella vieja y enferma como estaba, hizo de madre y padre a la vez. Ella fue quién tomó la foto con la instantánea brasilera cuando él dio sus primeros pasos. Ella lo vestía a la mañana y lo desvestía a la hora de acostarse. Ella lo llevaba al médico cuándo le dolía algo. Ella le regaló su primer juguete, y su primer libro: Una Biblia para chicos. Ella fue, también, quién le habló del sexo, de los pecados, y de la poderosa manera de Dios de castigar a los pecadores La abuela Pepa fue quién le habló de Dios, Jesús y los apóstoles.
Ahí Andrés conoció a Andrés el apóstol…
El ejemplo fue claro: “Tu papá murió en la guerra por culpa de sus pecados”. Muchos años después Andrés entendería que en verdad su papá murió por los pecados de todos.
En el colegio era buen alumno, aunque poco participativo y muy callado. No tenía amigos, salvo su abuela, por eso en los recreos, miraba desde la ventana del aula cómo los demás parecían bestias recién salidas de una jaula tras años de encierro. Los envidiaba.
En un acto del 2 de abril la maestra le pidió que leyera un poema sobre las Malvinas. Andrés se negó sin dar demasiadas explicaciones. Ese fue su primer 1. Su primer mala nota. Su primer comunicado que empezaba con el Sres. Padres. en su cuaderno de forro azul.
Terminó la primaria con las notas más bajas del curso.
La secundaria lo recibió con otra muerte. Pepa murió de cáncer en su propia cama el primer día de clases. Andrés y sus 14 años dejaron de estudiar. Andrés ahora no sabía que hacer.
Una vecina le preparaba la comida, a cambio que él le mantenga el jardín en condiciones.
Un día la señora no abrió la puerta… Nunca más la vio. Andrés dejó de comer.
Murió a los 16 años encerrado en la misma habitación donde murió su abuela. En la misma cama donde noche a noche le hablaba y le preguntaba cosas, sin respuestas.
Se dejó ir. Allá, creía, lo esperaban sus papás. Se equivocaba.
Andrés fue el primer apóstol de esta historia.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Payasos eran los de antes

Recuerdo de niño estar frente al televisor los sábados a la siesta. Era el momento donde canal trece pasaba las películas de Gaby, Fofo, Miliki y Fofito.. con ellos aprendí las mejores canciones infantiles que hubo y habrá en este mundo.
Nada de xuxuxu yayaya... nada de Chu chu ua chu chu ua...o de pinpollo turin turin. Ellos cantaban La gallina turuleca, Don pepito, el Auto feo, Había una vez un circo, Mi barba tiene tres pelos... Esos eran temas!!!
Además, cómo olvidar el clásico saludo de Gaby "¿Cómo están ustedeeeeeeeees?" y la manada de niños gritando "Biennnnnnnnnnnnnnnnnnnn".
Esos trajes pijamas largos, esos zapatos grandes y rojos, esos gorros rayados, y ese traje impeclable de Gaby...
Será que crecemos y nos volvemos insensibles. Será que nos olvidamos de las canciones de aquella infancia. Sí y no. Sí, nos volvemos insensibles, pero por suerte, no olvidamos.
Si alguien por ahí dice La gallina turuleca... Nosotros, contestamos... ha puesto un huevo, ha puesto dos, ha puesto tres...
Porque fue un himno. Porque por siempre recordaremos que había una vez un circo, que alegraba todo con amor.
Les dejo un fragmento de la película "Había una vez un circo".... Una joya! Vuelvan a la infancia.


domingo, 14 de diciembre de 2008

Fumar


Muchas cosas se dicen del cigarrillo y del hábito de fumar.
Que te saca 13 minutos de vida cada cigarrillo, que te agarrará cancer, que te sube la presión, que te da mal aliento, que te hace roncar, que no podés respirar bien, que es una adicción, que es una droga legal ... resumiendo que es malo para la salud, que es una mierda.
No pretendo negarlo, pero sí, permítanme, reconocer mis debilidades.
El pucho después de comer es la mejor manera de terminar la sobremesa. El pucho mientras cagás, es mejor que leer. El pucho mientras esperás ansioso algo, te calma. El pucho cuando estás pescando y hace frío, es la mejor estufa.
El pucho del baño de la secundaria es complicidad, amistad.
El pucho que se fuma en los recreos del laburo, es alivio.
El pucho cuando estás tomando café, es el compañero que no habla, sólo escucha.
Fumar es una mierda, y te juro que lo voy a dejar en algún momento, pero por ahora, dejame disfrutarlo.
Cientos de canciones y cantantes le rinden homenaje. Desde el famoso tango "Fumando espero" hasta los cigarrillos que llevaron a Sabina a tener esa voz ronca. El pucho es de machos, si fumás Virginia Slim no existís, sabelo.
Si fumás Parissienes y por eso te crees más hombre, te comento que estás meando fuera del tacho. Más hombre es fumar Derby, y hacer de cuenta que fumás Marlboro Box.
Y fumar porro... mmm... ya no me acuerdo de las figuritas del aceite en el agua de los fideos. (léase cómo pegue mal de algún faso de alguna persona que no soy yo).
Aprovecho la oportunidad de criticar y mandar a la mierda a los que recién dejan de fumar y se ponen como locas histéricas si le fumás al lado, después que ellos eran unos marranos.
Asi que fumadores, adelante, mientras el pulmón resista. Somos conscientes de que hacemos nuestro propio camino, nuestro propio Londres, nuestra adicta neblina.


sábado, 13 de diciembre de 2008

El breve espacio en que no estás

Imaginen a alguien capáz de amar de forma tal que no le importe compartir a su amada. Imaginen que ese alguien pese a eso, se fija en los detalles.
No existe. Sin embargo, Pablo Milanés logra escribir una canción que de ser posible sería como imaginamos.
La debemos dedicar a todos aquellos que alguna vez nos sentimos capáz de amar así.
Después de leer... escuchen y vean. una versión con Silvio Rodriguez... de lujo.
Todavía quedan restos de humedad,
sus olores llenan ya mi soledad,
en la cama su silueta
se dibuja cual promesa
de llenar el breve espacio
en que no está...

Todavía yo no sé si volverá,
nadie sabe, al día siguiente, lo que hará.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que da.

Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.

Todavía no pregunté "¿te quedarás?".
Temo mucho a la respuesta de un "jamás".
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo

simplemente soñé...
(Pablo Milanés)


miércoles, 10 de diciembre de 2008

Palabras oscuras


¡Felíz cumpleaños, Democracia! Yo no olvido.

Julio César Strassera :
"...Se ha probado durante este juicio la existencia de un plan criminal que no concluyó cuando fueron reemplazados los procesados GALTlERI, ANAYA y LAMI DOZO. La crisis interna que produjo entre las autoridades del Proceso de Reorganización Nacional la derrota militar sufrida en las Islas Malvinas, no importó ningún cambio en las directivas dadas a raíz de la lucha contra la subversión. Esta fiscalía ha probado que hubo por lo menos una persona privada ilegalmente de su libertad y reducida a servidumbre cuando abandonaron sus cargos los procesados GALTERI, ANAYA y LAMI DOZO(...)Pero, ademas, este Ministerio Público ha aportado suficientes elementos de prueba para inferir que los encubrimientos de los delitos por los que aquí he acusado, siguieron cometiéndose cuando asumieron el poder los miembros de la última Junta Militar del Proceso de Reorganización Nacional y la Presidencia de la Nación el general Reynado BIGNONE. Entiendo que también habría que investigar si se siguieron proporcionando informes falsos a la Justicia (...) Haremos ahora, de acuerdo con la concepción de autoría que hemos desabollado en la jornada de ayer, las imputaciones que corresponden a cada uno de los acusados; que en ese punto de vista consideramos a:Jorge Rafael VIDELA, autor de 83 homicidios calificados, articulo 80, incisos 2 y 6, Ley 21.338, ratificada por ley 23.077; 504 privaciones ilegales de la libertad calificada, articulo 144 bis, inciso 1, ley 14.616, aplicada por ser la más benigna; 254 aplicaciones de tormentos, articulo 144, primer párrafo, ley 14.616, de aplicación por ser más benigna; 94 robos agravados, artículo 166, inciso 2, ley 20.642, vigente igual pena a la 21.338; 180 falsedades ideológicas de documento público, artículo 293 del Código Penal, ley 20.642; 4 usurpaciones, artículo 181, inciso 1, texto original con la corrección de la ley 11.221, vigente por más benigna; 23 reducciones a servidumbre, articulo 140 del Código Penal en su texto original; 1 extorsión, articulo 168, ley 20.642; 2 secuestros extorsivos. artículo 170, ley 20.642; 1 supresión de documento, artículo 294 y texto original de Código Penal; 7 sustracciones de menores, artículo 146, en su texto original; 7 tormentos seguidos de muerte, articulo 144, último párrafo, ley 14.616. Emilio Eduardo MASSERA, autor de 83 homicidios calificados, articulo 80, incisos 2 y 6 del Código Penal; 523 privaciones ilegales de la libertad calificada, artículo 144 bis, inciso 1, ley 14.616, en función del articulo 142, incisos 1 y 5, ley 20.642; 267 aplicaciones de tormentos, artículo 144, primer párrafo, ley 14.616; 102 robos agravados, articulo 166, inciso 2, ley 20.642: 201 falsedades ideológicas de documento público, articulo 293 del Código Penal, ley 20.642; 4 usurpaciones, artículo 181, inciso 1, texto original; 23 reducciones a servidumbre, articulo 140 del Código Penal, texto original; 1extorsión, artículo 168, ley 20.642; 2 secuestros extorsivos, artículo 170, ley 20.642; una supresión de documento, artículo 294, texto original; 11 sustracciones de menores, articulo 146 del Código Penal, texto original; 7 tormentos seguidos de muerte, artículo 144, ter, último párrafo, ley 14.616. Orlando Ramón AGOSTI, 88 homicidios calificados, artículo 80, inciso 2 y 6,1ey 21.338, ratificada por 23.077; 581 privaciones ilegales de la libertad calificadas. artículo 144 bis, inciso 1, ley 14.616 en función del artículo 142, incisos 1 y 5, ley 20.642; 278 aplicaciones de tomentos, artículo 144 ter, primer párrafo, ley 14.616; 110 robos agravados, artículo 116, inciso 2, ley 20.642; 234 falsedades ideológicas en documento público, artículo 293, ley 20.642; 6 usurpaciones, articulo 861, inc.l en su texto original, del Código Penal; 27 reducciones a servidumbre, artículo 140 del C6digo Penal, texto original; 1 extorsión, articulo 168 del Código Penal, ley 20.642; dos secuestros extorsivos, artículo 170 del C6digo Penal, ley 20.642; una supresión de documento, articulo 294 del Código Penal, texto original; once sustracciones de menores, artículo 146 del Código Penal, texto original; siete tormentos seguidos de muerte, articulo 144, último párrafo, ley 14.616. Roberto Eduardo VIOLA, autor de cinco homicidios calificados, articulo 80, inc. 2 y 6, ley 21.338, ratificada por 23.077; 152 privaciones ilegales de la libertad calificada, artículo 144, inc. 1, ley 14.616, aplicable por más benigna en función del artículo 142, inc. 1 y 5, ley 20.642; 49 aplicaciones de tormentos, art. 144, ler párrafo, ley 14.616; 17 robos agravados, art. 166, inc. 2, ley 20.642; 105 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal, ley 20.642; 1 usurpación, art 181. inc. 1 del Código Penal; 32 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal; 1 sustracción de menores, art. 146 del Código Penal en su texto original. Armando LAMBRUSCHINI, autor de 5 homicidios calificados, art. 80, inc. 2 y 6, ley 21.338; 117 privaciones de libertad calificada, art. 144 bis, inc. 1, ley 14.616, en función del art. 142, inc. 1 y 5; 35 aplicaciones de tormentos, art. 144, ler. párrafo, ley 14.616; 8 robos agravados, art. 166 inc. 2, ley 20.642; 98 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal, ley 20.642; 1 usurpación, art. 181, inc. 1, texto original del Código Penal; 32 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal en su texto original; 1 sustracción de menores, art. 146 del Código Penal. Leopoldo Fortunato GALTERI, autor de 11 privaciones ilegales de la libertad calificada, art. 144 bis, inc. 1 ley 14.616, en función del art. 142, inc. 1y 5 del Código Penal; una aplicación de tormentos, art. 144, ler. párrafo, ley 14.616; 17 falsedades ideológicas de documento público, art. 293 del Código Penal; 1 usurpación, art. 181, inc. I del Código Penal; 8 reducciones a servidumbre, art. 140 del Código Penal; 217 encubrimientos, art. 277, inc. 2 y 6, texto original del Código Penal(...)

Señores jueces: quiero renunciar expresamente a toda pretensión de originalidad para cerrar esta requisitoria. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino.Señores jueces: 'Nunca más".

Mal gusto

La dieta me pone de mal humor. Sépanlo.
El cardiólogo me dijo que de los 7 números de la rifa del infarto, ya compré 4... Mi jefe me dijo que de los otros 3, dos venían de la mano. O sea... DIETA.
La nutricionista me dijo "carne o pollo, una vez por día", es evidente que esa buena mujer no sabe que una comida no merece ser llamada como tal sino tiene carne o pollo!!! Así que le entré a la verdura, con el resultado obvio de la cagadera. Hoy me tuve que bajar del 36 dos paradas antes para meterme en un barsucho a cagar. Carmen me dijo "y claro... mucho zapallo comiste, nene! Comé zanahorias, eso tapa.
Y las caminatas... Diosssssssssssssssssssssssssssssss!!!! Esta semana ya van tres veces. Una hora sin parar. (aunque debo admitir que me despejan). Todos dicen... sos jóven, aprovechá ahora.
Y cuando me dicen eso, yo pienso en los chinchulines de La Colonia, crocantes... Pienso en el helado de bananita dolca... pienso en un pastel de papas...pienso en una grande de muzza!!!
Pero ya dejaré de pensar. Ya empecé. Ya no me acuerdo.
En Merlo había un tipo cuando yo era chico que se la pasaba trotando por el barrio. Un físico envidiable, una salud de hierro... El año pasado saliendo de la almacén con un yogurt Ser en la mano lo piso un auto. Y no lo cuento para caer en la reflexión irónica de la vida saludable... Lo cuento porque él era otro de los que cuando pasaba por la puerta de casa y me veía fumando un pucho me decía "¿y gordo...cuándo salís a correr conmigo?"
Como verán... la dieta me pone de mal humor.
Perdón por la tristeza!!

lunes, 8 de diciembre de 2008

Todos somos Coyote

Odio al correcaminos. Este odio, sé que es compartido por mucha gente.
Estoy convencido que en algún lugar hay algún grupo revolucionario planeando desde la oscuridad una muerte cinematográfica para el grandote emplumado.
Estamos hartos de ver cómo el bicho ese abusa de la nobleza del pobre Coyote. Nos conmovemos cada vez que nuestro peludo amigo cae desde un precipicio. Nos resulta tremendamente doloroso que todos los artefactos ACME terminen jugándole en contra.
Queremos ayudarlo con sus heridas, queremos cómo él, matar al puto pájaro.
Un sentimiento similar tenemos con Jerry, el ratón marrón con orejas grandes que vuelve loco al gato Tom.
Pero sin dudas, nuestro odio se lo lleva el correcaminos.
Su bip-bip molesto, su mirada soberbia y su mueca entre “te cagué” y “no me vas a atrapar” no nos deja dormir tranquilos. Solemos tener terribles pesadillas dónde somos picados por el bicho ese… Y algunos suertudos, alguna vez soñaron con sus manos llenas de sangre y plumas.
Si algún impío lector, conoce dónde son las reuniones de este selecto grupo que en algún momento saldrá a justiciar a nuestro Coyote, que me avise. Mis armas y yo, lo esperamos

Manual del caníbal


El verano pasado, como por lo general suelo hacer, me compré un par de libros para leer en las vacaciones. Cayó en mis manos una novela de Carlos Balmaceda, escritor marplatense. Ya había leído de él "La plegaria del vidente" una novela que trata sobre el asesino de prostitutas, conocido también como el loco de la ruta. La novela que ese día dió con mis ansias de lector fue "Manual del caníbal":

¿Es posible que un adolescente fascinado por un viejo libro de recetas de sus antepasados transforme un tradicional e inocente manual de cocina en la fuente de sus macabros platos? El chico en cuestión es César Lombroso, heredero de una larga estirpe de viajantes y cocineros, que queda a cargo del legendario Almacén Buenos aires.

Erotismo, traición, dictadura y violencia son los ingredientes siniestros de esta trama que nos enfrenta con el tabú más ominoso: el canibalismo.

Esta original novela de Carlos Balmaceda nos narra una trama perturbadora que cuestiona las fronteras de la ética y devora al lector que se fascina por lo prohibido.

¡Buen provecho!

sábado, 6 de diciembre de 2008

Apparitions

Viendo que mirar hasta que empiece Lost, di por casualidad con esta serie que ya estrenó su tercer episodio.
Está muy bien hecha. Imaginate meter en una licuadora el Holocausto, el exorsista, la homosexualidad, Dios, una nena rara, la biblia, el diablo, el Vaticano, muy buenos actores, y la madre Teresa !!!
Bueno, de todo eso, obtenes un licuado llamado "Apparitions". Acá les dejo un video promocional. Si quieren ver los capitulos... Ya saben... a navegar.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Confusión

¿Quién sabe? ¿Qué cosa? ¿Lo saben? No… tranquilo.
¿Sabías? Puede ser. ¿Te parece? ¿Desde cuándo?
¿Quién dijo? ¿Lo dijo? El alcohol, no él.
¿Qué hago? ¿Qué hace? ¿Qué hacemos? Tengo miedo.
¿Me animo? ¿Se anima? ¿Y si no?
¿Estoy solo? ¿Estamos solos? ¿Está solo? Cuidado.
¿Lo pensé? ¿Lo pienso? ¿Lo piensa? Tiene miedo.
¿Y si no? ¿Y si sí? No lo sé.
¿Está bien? ¿Está mal? ¿Estoy mal? ¿Estoy bien?
¿Caeré? ¿Caeremos? No, ya estamos en el piso.Alineación al centro


Educational Block B A r-whitebrick d o blue

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Maldita noche

Son las once y pico de la noche, quiero dormir, estoy cansado. Vivo en un tercer piso de un edificio de ocho que tiene la particularidad de ser una perfecta caja de resonancia. Y parece que los colectiveros lo saben y cuando pasan por debajo de mi ventana, frenan con ese chittttssssssss..........chittttsssssssss..... TAN MOLESTO.
Son las casi las tres, los pibes de enfrente ponen " y todo lo negro las mano arriba" a todo lo que da...y creen, por alguna extraña razón, que cantan bien, y lo que es peor...sospecho que creen que su música le gusta a todo el barrio.
Son las cinco y cuarto, la gata se tira en una triple mortal desde el ropero a mi cama, cayendo así, de golpe, arriba mío. Casi me infarto. Le pego dos gritos, puteo a la gata que la parió y la muy turra me mira con esos ojazos celestes que me derriten y no me queda más que acariciarla un poco.
Seguramente me quede dormido así... acariciando la gata. Parecería que los colectiveros, los cumbieros y Josefina quieren que al fin me duerma.
No importa... ya es sábado... puedo pegarle hasta el mediodía.
A las 9 el teléfono... ¡Cagamos...quién se murió! Sólo por eso mis amigos y familiares saben que pueden molestar a esas horas un sábado.
Hola...lo llamamos de telefónica para ofrecerle DUO.
¿Lo qué? pregunté sin entender nada....
Pero ya era tarde... mi pregunta demostró interés. La mina no me dejaba explicarle nada. Por momentos pensé, pobre mina... que laburo de mierda debe ser andar despertando gente... ella no tiene la culpa. ¿Y de quién es la culpa? Tuya, salame... decía mi voz interior. Con lo cómodo que estabas cuando vivías en el oeste!! Ahí a las once de la noche ya no tenés bondi.... A las tres de la mañana los pibes están tan mamados que no joden... a las cinco y cuarto la gata andaba putaneando por los techos. Y la muy hija de puta de telefónica te hubiera despertado igual!!!
La mandé a cagar. Le dije que le iba a hacer juicio. Que si había un Dios se quedaría muda...
Pero ya no pude volver a dormir....

lunes, 1 de diciembre de 2008

Edgar Allan Poe



Siempre me gustó este cuento. Es desesperante, bien leído. El cuervo trastorna con una frase tán significativa para nosotros, aunque lejos estaba Poe de saberlo.
Las culpas que uno guarda, las cagadas del pasado, se expresan en dos palabras que no dejan en paz al protagonista, ni a nosotros, que sabemos leer bien.

Edgar Allan Poe
El Cuervo
Cierta noche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
"Es un visitante -me dige-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más."
¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa resplandeciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la perdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.
Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
"Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...", y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.
La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en este silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra "Leonor", que yo me atreví a susurrar...
sí, susurré la palabra "Leonor" y un eco volvió la a nombrar.
Sólo eso y nada más.
Aunque mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
"Esta vez quien sea que llama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, que misterio habrá detrás.
Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!".
Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.
Esta negra y torva ave tocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
"Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser
osado, viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Que una ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara "Nunca más".
Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: "Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará".
Dijo entonces :"Nunca más".
Esta certera respuesta dejó mi alma transpuesta;
"Sin duda - dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán:
"Nunca, nunca más".
Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir que quería la funesta ave ancestral
al repetir: "Nunca más".
Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡ Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!.
Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
"¡Miserable! -me dije-. ¡Tu Diós estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas t e imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algun bálsamo en Galaad!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
"¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
Por el Diós que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor , ahora entre ánngeles, un día podré abrazar".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!".
"¡Diablo alado, no hables más!", dije, dando un paso atrás;
¡Que la tromba te devuelva a la negrura abisal!
¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero en mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!"
Dijo el cuervo: "Nunca más".
Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará...¡nunca más!.