jueves, 27 de noviembre de 2008

El viento trae una copla

Con la crisis, algunos se van. La verdad esto no me importaría demasiado si los que se fueran no son los que quiero que se queden para siempre.
Allá en el 2001 fueron dos hermanos y una mujer que para mi representó siempre la definición de “mi amiga”.
Se fue mi hermana, cansada de enfrentar atropellos externos y algunos internos que son los que duelen más.
Se fue mi hermanoide, cansado de todo, como siempre, con muchas ganas de nada. Pero se fue a crecer a Miami, creció, y maduró, y fue padre… Y creció.
Con ellos se fue mi amiga, dejando tantas cosas que dolían atrás, y perdiendo tantas otras que no recuperaría jamás. Porque Dios no existe para nosotros. Porque Dios quiso decir “jaque”.
Todos dejaron atrás un Ezeiza lleno de afectos. De lágrimas en los ojos, de miedos, de “qué les vaya bien”, de personas que nunca más volverían a ver, de otras que verían años después, de gente, recuerdos, caras con lágrimas, hermanos menores y mayores, padres, madres, madrastras, hijos, padrastros y hermanoides que se quedaron.
Acá la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, diría Joaquín,
Allá, el mundo nuevo. El sueño americano… El tío Sam con toda su industria de mano de mano de obra latina y barata, listos para lavar ropa, coches, copas, pisos. Listos para servir un desayuno, vender un recuerdo, pelearla.
Desde lejos, el recuerdo como una copla traída por el viento.
Seguramente están mejor que acá… Seguramente… Están en el “primer mundo”.
Yo, no se los perdonaré nunca. Yo, que siempre los apoyé, por dentro, no los perdono.
¿Sabrán ellos cuántas charlas nos perdimos? ¿Cuántas complicidades no hemos hecho? ¿Cuántas veces los necesité?
Años después, se va el otro… el negro.
A ese sí que no se lo puede perdonar. Él, ante la ausencia de los otros, era mi sostén, mi cómplice, mi hermano-amigo.
Y este año, cómo si fuera poco... mi viejo, que tiene la vida hecha pensaba yo, se va a probar suerte a las europas....Si, así como lo leen.
A todos los amo. A todos los odio. Los extraño tanto…
Ellos están bien… o eso dicen. Yo, no les creo nada!!!!!Argentina segue en crisis, pero no sería mi pais sin ella. No la justifico, no quiero que sean infelices. Simplemente, soy egoísta.
Siempre los recuerdo, y hay una canción, que se las dedico, que me los trae cada vez que la escucho….

martes, 25 de noviembre de 2008

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


El texto que leerán a continuación es obra del Pato Lucas... surgió de una charla en un almuerzo dónde los dos nos preguntábamos sobre esas cosas que ya no están...

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


Numerosas son las aves y gallináceos que viven en el planeta tierra. Lamentablemente muchos de estos animales han desaparecido producto de la destrucción de su hábitat natural. Un caso llamativo que ocurre en la argentina es la desaparición, casi por completo, del famoso “pollo al spiedo”, nombre científico “Gallus gallus spiedus”.

El pollo al espiedo pertenece al tipo de aves no voladoras, que son aquellas que tienen el músculo del esternón menos desarrollado, además que no poseen quilla o carena en el esternón, que es el músculo donde se insertan los músculos voladores de las aves.

El pollo al spiedo es un ave cuyo hábitat natural eran las áreas urbanas, solía aparecer en bandadas en horarios nocturnos y particularmente era de su preferencia ubicarse cerca de zonas con gran tránsito de peatones: zonas aledañas a cines y teatros, terminales de ómnibus y demás atracciones nocturnas. También solía encontrarse en esquinas de especial ubicación y en diferentes barrios de la ciudad.

Su “danza nocturna” consistía en girar suavemente, junto a otros de su especie, frente a vidrieras, preferentemente en sitios de alta visibilidad. Podemos deducir que esa danza buscaba llamar la atención de los seres humanos de la zona. Cada tanto, en su girar, solía realizar un repentino temblor cuyo origen parece ser el estado de trance místico en el cual alcanzaba en esa danza.

También es notable la transformación que se producía en su coloración a medida que iba desarrollándose su danza, la que además lograba quemar grasas que hoy sería la envidia de muchos asiduos visitantes de gimnasios y polideportivos.

Su presencia en la casi totalidad de zonas urbanas en la Argentina se ha visto bruscamente disminuida, hasta llegar a su dramática situación actual. Se supone la existencia de algunos ejemplares pero todo indica que su especie está en pleno proceso de desaparición. La CITES la ha colocado en la lista roja de especies en inminente peligro de extinción.

La asociación mundial de observadores de pájaros, que realiza un constante monitoreo de los movimientos y costumbres de las aves a escala global, ha enviado expertos que con sus cámaras y mucha paciencia procuran obtener imágenes de esta ave en su hábitat natural. Sabiendo las inquietudes en el arte del birdwatching entre nuestros lectores apelamos a que nos acompañen en esta investigación en todo el territorio nacional para detectar aquellos ejemplares que aún puedan existir.

Debemos recomponer esa especie antes de que sea demasiado tarde y la fina trama del equilibrio ecológico planetario pierda otro componente esencial lo que colocará en serio riesgo a nuestra propia supervivencia.

SAVE THE POLLO AL SPIEDO


Cuento raro

Hernán Nadal me pidió que escriba para su blog un cuento que incluyera estos trés tópicos:
* ¿Qué es una amiga?
* Autos chinos
* Luchadores de catch argentinos
Este es el resultado...

-¡Me compré un Brillance, amarillo patito que está un despelote! – Dijo Pilar a Merche antes de servir el whisky de las 3.
La mesa del patio, debajo de la sombra del fresno, dentro de la tranquilidad del muro del country, era el lugar ideal para perder el tiempo en esa calurosa tarde de noviembre.
-¿Y qué carajo es un Brillance?- largó Merche mientras giraba el vaso para que los hielos enfríen la bebida.
- Un auto, ignorante. Un auto chino, con lo mejorcito de la tecnología…
- ¿Chino? ¿Y cuanto te salió?
- No sé… vos sabés que yo no me fijo en eso.
El comentario era decididamente una puñalada para Merche, que debido a que su marido había perdido mucha guita con la crisis de la bolsa, ahora debía pasar por un período de ahorro estricto.
Pilar apoyó los labios en el borde del vaso y antes de levantarlo para dar el trago, lo pensó, y se lo dijo.
- Mirá Merche, si querés nos vamos un fin de semana a Pinamar, lo tengo que ablandar viste… Por los gastos no te hagas drama, sé que estás medio apretada, así que YO INVITO - y tragó lo que quedaba de whisky.
A Merche le sonó así, en imprenta mayúscula el YO INVITO de Pilar. Le dolió, porque en el fondo la apreciaba. Se habían conocido el mismo día que Pilar se mudó al country con Marcelo, su marido. Lo primero que le llamó la atención sobre los nuevos vecinos era la diferencia de edad. Era evidente que Pilar era, por lo menos, veinte años mayor que su marido.
Sin embargo, Merche nunca se consideró una persona prejuiciosa en cuanto a las relaciones de pareja. Sin ir más lejos, pensaba, su papá era seis años más joven que su mamá (que en paz descanse).
Pilar llegó un sábado a la mañana, en una camioneta que manejaba Marcelo, detrás del camión de la empresa de mudanzas. Habían comprado la casa dónde los López Contreras habían vivido hasta el 2001… muchos se fueron ese año… no era fácil.
Cómo se acostumbra, Merche se acercó darle a los recién llegados la bienvenida al paraíso. Si, para los de adentro del muro, la mierda estaba afuera. A partir de ese día, al menos dos veces por semana, Pilar y Merche se juntaban a tomar whisky bajo el fresno. El whisky es en estos lugares algo más que un té bien servido. Es un cómplice.
- ¿Este fin de semana nos iríamos?- Preguntó Merche.
- Sí, obvio. Estate lista el viernes las 5 de la tarde. Paso por tu casa y nos vamos. Pero nada de depres eh…. ¡La vamos a reventar!
- Bueno, pero mirá que yo no tengo mucha…
- Ya te dije, Merchi, que de eso me ocupo yo. ¿Para qué somos amigas, sino?
La respuesta a esa pregunta Meche la ideó muchas veces, pero nunca se atrevió a decirla.
Cada vez le resultaba más tedioso vivir dentro del muro. Cada vez se sentía más sola, sarcásticamente, menos protegida.
El viernes llegó y la encontró metiendo algo de ropa en el Luis Vuitton que le había regalo su marido cuando cumplió 40. Si bien no estaba emocionada con el viaje, la idea de estar dos días fuera del muro le gustaba.
A las cinco pasó Pilar con el famoso Brillance, que a los ojos de Merche no le pareció ni tan lindo, ni tan glamoroso…y mucho menos, ni tan cómodo.
Cuando dejaron atrás la seguridad de la puerta de entrada, tomaron la autopista que iba hacia el centro.
El reproductor de mp3 del auto escupía ridículas canciones de Chayanne, que Pilar cantaba dando claras señales de que sus clases de vocalización no marchaban bien.
Merche se dejó ir en sus pensamientos, iba callada, aunque de vez en cuando, coreaba un estribillo a pedido de Pilar.
Una vez en la ruta, Merche comenzó a disfrutar del verde, y se permitió por primera vez en muchos días, relajarse.
Pilar no era una mala mina, pero hacía tiempo que la amistad entre ellas no era lo mismo que antes. Pilar era lo que Merche dejó de ser a fuerza de cheques rebotados e hijos con algunas adicciones. No era envidia lo que Merche sentía, era una mezcla de lástima y decepción. Pilar no era mala mina, pero tenía dos defectos que a Merche la sacaban: no sabía guardar un secreto, y le encantaba contar con lujo de detalles su vida sexual con Marcelo, un pibe que tranquilamente, pensaba Merche, podría ser su hijo.
- ¿Sabés lo que más me gusta de Marce?- preguntó Pilar como adivinando los pensamientos de la otra….
- ¿Cómo te sacude en la cama?- se escuchó decir Merche.
- ¡Ja! Todo lo contrario… O sea, me vuelve loca que me coja en todos lados, menos en la cama.
- ¡No me digas! Y yo que pensaba que hacerlo en la cocina era toda una aventura… - Merche intentó seguir la charla, pero la verdad era que lo que menos tenía ganas de hacer era hablar de eso.
El sol comenzó a ponerse, el Brillance daba señales de responder a la perfección… iban a 170, y no se notaba. (Así pasan los accidentes después, pensó Merche).
- ¿Te parece que paremos a hacer pis en la próxima estación de servicios?- Preguntó Pilar.
-¡Si, claro! – pensó Merche mientras se decía que era lo más coherente que escuchó desde que salieron.
Estacionaron el auto chino amarillo patito (enfermo, pensó Merche) y entraron al drugstore de YPF. Sentado contra el vidrio de la izquierda, el que daba a la gomería, estaba él. Pilar le echó el ojo apenas cruzaron las puertas del local: Morocho, de barba desprolija, un lomo imponente, manos grandes, brazos formados, nariz ancha y no más de 35 años.
Merche entró al baño, y de reojo vio que Pilar le sonreía al “bola de pelos” ese, que estaba tomando una Quilmes en lata. Siempre igual, pensó.
Finalmente Pilar llegó al baño, y con una sonrisa cómplice le tira:
- ¿Lo viste? Está para partirlo al medio. Debe ser camionero. Son unas máquinas de sexo esos tipos.
- Tiene más pinta de limpia baños que de camionero, Pili. ¡Vos vas a terminar mal un día si le andas sonriendo a cualquiera que te mire el orto!- Soltó Merche.
- ¡Envidiosa!- dijo la otra sonriendo- El señor simplemente me sonrió y yo que soy una señora educada le devolví el cumplido.
Cuando salieron del baño, la mesa del señor estaba vacía. Pilar que se había retocado el maquillaje en el baño se decepcionó un poco. Pero al salir del drugstore, lo vio. Estaba parado al lado de la puerta, con una mochila colgada del hombro, y una gorrita con la visera para atrás.
Al verla sonrió, y se acercó decidido.
- Me preguntaba si serías tan amable de alcanzarme unos kilómetros.- Volvió a sonreír- Qué mal educado que soy, me llamo Rubén.- dijo extendiendo su mano para tomar la de Pilar, que sin notarlo, reía como una tarada.
- Hola, yo soy Pilar.
- ¿Pilar? Siempre pensé que me iba a casar con una Pilar…
Merche miraba la escena como hipnotizada, no podía creer que Pilar fuese tan…tan… ¿osada? No, tan estúpida.
- Vamos, Pilar. Se hace de noche- Dijo tomando el brazo de su amiga.
- ¿Hasta dónde vas?- Nosotras vamos a Pinamar- dijo Pilar.
- A Pinamar, también.
- No se hablé más- dijo Pilar- Te alcanzamos. Vení.
Merche se desfiguró, pero sabía que su amiga no iba a cambiar de opinión más allá de su cara de orto.
Subieron al Brillance, al que Merche notó más amarillo patito que esa tarde. Pensó, una vez más que era un color de mierda.
Rubén se sentó en el asiento de atrás, y durante las dos horas y pico que quedaban de viaje, se la pasó haciendo bromas y confesiones algo estúpidas con Pilar, que lo miraba por el espejo retrovisor cada vez más embobada.
Merche se dejó atrapar por el miedo. Se dormitó y se despertó sobresaltada al soñar una Pilar desnuda, ensangrentada y con un tiro en la cabeza.
Al llegar a Pinamar, Rubén le pidió a Pili que lo deje en una estación de servicios, que trataría de conseguir un lugar dónde pasar la noche, ya que la gente que lo contrató llegaría recién al mediodía siguiente.
Pilar no se atrevió a invitarlo a su chalet. Sabía que eso era pasar un límite. Sabía que eso pondría mal a Merche.
Una vez en el chalet, Merche se sintió más relajada, se dio un baño y se preparó para salir a cenar. La tele encendida en el canal de noticias contaba por enésima vez en el día que el ganador del Pullister de este año era un argentino llamado Oscar Soria por su investigación sobre el impacto que genera el apareamiento de pingüinos patagónicos sobre el cambio climático…o algo así.
Cuando dejaron la casa y caminaron las dos cuadras que la separaban del restaurante eran casi las diez de la noche.
El chalet de Pilar estaba ubicado en la zona más céntrica de Pinamar, Merche pensó lo contradictorio que parecía eso con su vida de claustro dentro del muro. Las paredes del edificio de al lado del restaurante estaban empapeladas con publicidades, pegadas, como de costumbre cerca de las elecciones, una sobre otra y sobre otra y sobre otra.
Ambas pasaban sin ver, como casi siempre, pero segundos antes de entrar en el local, Merche lo descubrió.
Pegado en la pared a unos metros de ellas, un afiche tamaño bestia de la cara de Rubén con al leyenda “Rubén Oso Rufman Vs. Carlos Tato Bota Club Social y deportivo Pinamar. Sábado 21 hs.”
- Mirá, Pili ¿ese no es tu amigo?
Pilar volvió sobre sus pasos y leyó el afiche, sonriendo.
- ¡Sí! Es Ru. – Y ya tenemos dos entrada para ir. Me las dio cuando lo dejé en la estación de servicio. Es peleador de catch. Mañana vamos a verlo y después nos invitó a cenar.
- ¿A cenar? ¿Tan seguro está que va a ganar?- preguntó Merche con el profundo deseo que Carlos Tato Bota lo mate en el ring.
- Vas a ver que va a ganar. Tengo hambre, entremos.
Cenaron tranquilas. Merche no podía dejar de pensarse sentada entre hombres gritando como animales por su luchador favorito. La idea le desagradaba. Pilar, por su parte, no podía dejar de imaginarse entre los brazos de Rubén. Merche inventaría alguna excusa para no ir, una jaqueca, una indisposición, algo. Quizás su amiga lo sabía, e insistiría, aunque en el fondo, Pilar albergaba el deseo que Merche no quiera ir.
Todo sucedió como si estuviera escrito. Merche se quedó leyendo, y Pilar se subió al Brillance, y se fue. Ese día habían caminado mucho por la playa, el clima había estado divino. Y Pilar, pensaba Merche, insistió menos de lo que se esperaba.
Merche cerró su libro y tirada en la cama prendió la tele. El canal local transmitía en vivo la pelea.
Lo poco que entendía Merche del tema, parecía ser que Rubén estaba matando al otro. Se desilusionó. Tiempo después dos hombres de traje comentaban que había sido un encuentro impresionante, cargado de emociones decían, que nuestro Oso Rufman había ganado un encuentro de lujo.
Pensó en un café caliente, así que se puso una bata y fue hasta la cocina. Cuando pasaba por el living escuchó ruidos en la puerta de entrada. Su sorpresa fue inmensa cuando el marido de Pilar entró en la casa.
-¡Marcelo! ¿Qué haces acá?
- Hola, Mercedes. Yo también me alegro de verte.- Dijo sonriendo.
- No, es que… no sabía que ibas a venir. Pilar no está, salió con unas amigas que nos encontramos hoy en la playa a cenar. A mi me dolía mucho la cabeza por eso me quedé.
- Bueno, la esperamos entonces.
Tenía razón Pilar, cuando Marcelo sonreía había algo que incomodaba a las mujeres. Era algo sensual, inexplicable. Merche se sintió ruborizar y por un instante tuvo la sensación que Marcelo le miraba las tetas. Sirvió dos cafés, y aprovechando que estaba sola en la cocina, le mandó un mensaje de texto a Pili con un “Tu marido está acá”, pero nadie le contestó. Probó llamar, pero la atendió el contestador. Llevó los cafés al living y se encontró con un Marcelo literalmente cambiado. Se había sacado el jeans y la camisa, y estaba con una bermuda color negro y una remera rosada que le resaltaba sus ojos verdes.
Se sentaron en los blancos sillones y charlaron afablemente durante unos quince minutos. Marcelo había decidido darle una sorpresa a su mujer, y por eso se tomó un avión. Le pidió disculpas por si le cagaba algún plan de “amigas”, a lo que Merche sonrió y le dijo que no era necesario disculparse. Que él también era “amigo” de ella.
Merche no podía dejar de pensar en lo que estaría haciendo Pilar. Su cabeza explotaba en imágenes sexuales, en transpiración, en los ojos en blanco de su amiga mientras estaba siendo embestida por el Oso. Y de repente, se dio cuenta… estaba excitada. Ella, Merche, la fría, estaba excitada.
Las imágenes de su cabeza se volvían difusas, por momentos se mezclaban con otras caras, con otros cuerpos, se veía a sí misma entre los brazos del Oso, ante al mirada cómplice de Pilar, que le acariciaba el pelo, y la besaba… ¡Por dios, la besaba! El Oso desaparecía, y en su lugar el que la embestía era Marcelo. Sí, el joven Marcelo que podría ser su hijo, la tenía entre sus brazos y le llenaba la boca de lengua. Estaba transpirada, se sentía sucia… Se disculpó con un Marcelo que la miraba desde el sillón de enfrente y se fue al baño.
Se mojó la cara, se miró al espejo. ¡Qué vergüenza! ¿Marcelo se habrá dado cuenta?
Salió del baño y no encontró a Marcelo en el living, buscó en la cocina y tampoco. Subió las escaleras de madera lustrada mientras lo llamó. La voz del hombre le respondió desde la habitación principal. Estaba decidida. Entró en el cuarto y se quitó la bata. Marcelo respondió al instante. En menos de un minuto sus cuerpos desnudos se encontraron.
Por la cabeza de Merche pasaban orgasmos de juventud, que intentaban volver a poseerla. Y lo estaban logrando. Marcelo sabía cómo tratar a una mujer como ella.
Ya nada importaba. Ni su marido, ni su amiga, ni el Oso, ni el muro, ni el amarillo patito de ese auto de mierda. El mundo sólo era, en ese instante, Marcelo.
Agotados, se dejaron caer en la cama.
- ¿Cómo estás? - Le preguntó el hombre, su hombre.
- Mejor que nunca – respondió una sincera Merche.
Marcelo se levantó y con su desnudes transpirada fue al baño, y se metió en la ducha.
Merche encendió un cigarrillo, y prendió la tele.
En el canal local se veía a una periodista bajita, entre policías y bomberos, informando sobre la posible muerte del Oso Rufman en un accidente fatal en la ruta. Más atrás, un auto volcado y en llamas, con una mujer aún adentro, decía la periodista bajita, “parece ser un auto importado, color amarillo, posiblemente” seguía diciendo, “Los bomberos no creen poder rescatar a la mujer a tiempo porque…”
Amarillo patito, pensó Merche mientras apagaba la tele. Se levantó y se metió en la ducha con Marcelo que la miró sorprendida.
- No te preocupes, Pili no vuelve hasta dentro de unas horas. Me avisó que se quedaban a jugar canasta en la casa de no se quién- dijo Merche que con las manos llenas de espuma, fregaba el pecho de un Marcelo sonriente.

Gonzalo Strano
Noviembre de 2008

domingo, 23 de noviembre de 2008

El caminante


Este cuento divido en 6 partes, es una joyita. Su autor es Alejandro Dolina, y fue publicado en la reedición de Las Crónicas del Ángel Gris.
Espero les guste...


El Caminante (I).

Cualquier dictamen sobre la persona de Tamas Dorkas es necesariamente apresurado. Puedo garantizar, eso sí, su calvicie y su estatura exigua.
La primera vez que lo vi, fue en la calle Bacacay. Por comodidad literaria, podría mentir que andaba yo sin rumbo fijo. La verdad es que -como casi siempre- dudaba entre algunos rumbos posibles.
Dorkas apareció a mis espaldas e hizo oír su voz chillona.
-Tenga cuidado, amigo. Este barrio está lleno de brujas. No le conviene caminar cerca de las paredes.
Mientras hablaba, se movía a mi alrededor con paso gimnástico.
-Yo si fuera usted, buscaría la luz de la avenida. Aquí suceden cosas muy extrañas.
Después de esta frase, ensayó una carrerita y me sacó como cuarenta metros de ventaja.
Yo apuré el paso y, tal vez por cortesía, le grité :
- Espere... Si quiere decirme algo, dígamelo del todo... Deténgase, por favor.
- Ese es el punto... no puedo detenerme. Y no es una metáfora. Quiero decir que me resulta enteramente imposible dejar de caminar.
El hombre se creyó en el caso de ilustrar sus palabras con movimientos ostensibles.
Empezó a trotar en zig-zag, mientras reclamaba con miradas insistentes un gesto de comprensión.
- Pero, ¿por qué no puede detenerse?
- Si me hace el favor de acompañarme un rato, se lo explicaré.
Doblamos por Artigas hacia el norte. Tuve la sensación de que Dorkas usaba su paso como recurso expresivo. Marchaba más lentamente en los silencios. Enfatizaba pisando fuerte. Cuando no encontraba una palabra, su andar se hacía sinuoso. Y si trataba de recordar algún detalle olvidado directamente retrocedía.
Me llamo Tamas Dorkas y vivo en todas partes. Así como me ve, yo he sido un gran seductor. He tenido muchas mujeres, no es por presumir. Las amaba por un tiempito y después las abandonaba. Trataba de lograr que se enamoraran mi y cuando estaba seguro de ello, desaparecía.
Dorkas subrayaba la inconstancia de sus amores subiendo y bajando del cordón de la vereda.
- Pero un día, tuve la desgracia de encontrarme con La Bruja. Por si usted no lo sabe, se trata de la mujer más hermosa del mundo. En verdad, ella también disfrutaba provocando amores desgraciados. Yo me enamoré vergonzosamente. Era capaz de cumplir las comisiones más indignas, con tal de complacerla. Una noche me comunicó su decisión de abandonarme en los términos más crudos. Entonces me desesperé. Me arrastré como un gusano. Imploré supliqué. Y luego me ejercité en el reproche minucioso. La Bruja resolvió castigar mi estupidez: me hechizó. Me hechizó del modo espantoso que usted puede ver. Estoy condenado a caminar perpetuamente.
No puede evitar algunas indagaciones burguesas.
- Disculpe, señor Dorkas. Pero... ¿cómo hace usted para vivir al trote? Hay ciertas cosas...
- Si, ya sé. Todos preguntan lo mismo. Uno se acostumbra. No quiero escandalizarlo con detalles: puedo decirle que me las arreglo bastante bien. Por ejemplo, puedo dormir caminando. Lo malo es que a veces me despierto en lugares totalmente desconocidos.
- ¿Y no hay ninguna forma de romper el hechizo?
Claro que sí. Los Brujos de Chiclana me han dicho que para liberarme, debo encontrar cinco cosas. Desde luego, se trata de hallazgos casi imposibles.
- A ver.
Primero: una copa del licor del recuerdo...
Segundo: localizar una de las entradas del infierno...
Tercero: conseguir la cigarrera de níquel que garantiza el amor de las mujeres...
Cuarto: encontrar a alguien que ame a la bruja más que yo...
Quinto: estrechar la mano de Manuel Mandeb.
- Creo que los Brujos de Chiclana se han burlado de usted. Jamás podrá cumplir.
Y ahora si me permite, su conversación es muy interesante, pero estoy empezando a cansarme.
No se preocupe, estoy acostumbrado. Siempre sucede lo mismo. Ya nos encontraremos: algo me dice que usted va a ayudarme.
- ¿ Qué le hace pensar tal cosa?
Dorkas empezó a explicármelo. Pero la esperanza le aceleraba el paso y ya no pude seguirlo. Me senté en un umbral y dejé que se fuera hablando solo.


El Caminante (II).


La segunda vez que me encontré con Dorkas, ya era invierno. Me pareció que caminaba más ligero que antes. Llevaba en la mano una botellita verde.
- Salud, amigo... ¿ Quiere un traguito?
- ¿ Ginebra?
- Licor del recuerdo, caballero. Mójese los labios y el pasado estará con usted.
- Gracias. Pero creo que no lo necesito. El pasado siempre está conmigo.
Empezó a correr hacia atrás como un loco, mientras me gritaba:
El universo tiende al olvido. La memoria es apenas una resistencia efímera. La vida es una resistencia efímera. Beba conmigo.
Volvió a los saltos y me ofreció la botella. No tuve más remedio que apurar un sorbo.
- ¿ Y ? ¿ Recuerda algo?
- Yo siempre recuerdo lo mismo, Dorkas.
- Usted me ayudó a hacer el primer milagro, que es el más difícil. En verdad es el único milagro. Una vez que uno camina sobre las aguas, ya nada resulta imposible.
- ¿ Por qué dice que yo lo ayudé ?
- No me haga explicar dos veces la misma cosa.
Galopó hacia el norte y se perdió en la noche.


El Caminante (III).


Acompáñeme, amigo. Creo que estoy en condiciones de mostrarle una de las entradas del infierno.
Yo estaba de mal humor, como casi siempre en aquel tiempo.
- La ingenuidad cósmica es insoportable, Dorkas. Para usted, cualquier jarabe es licor del recuerdo, cualquier cigarrera es mágica, cualquier agujero en el piso es la entrada del infierno. No se engañe. No hay milagros.
Dorkas empezó a caminar a mis espaldas tal vez para argumentar mejor. - Me extraña que un hombre como usted no comprenda que los milagros se cumplen de un modo misterioso, poético, simbólico. Quien no tenga fe poética, nunca verá un milagro, ni aunque se lo hagan delante de las narices.
- Salga de ahí con las alegorías. Uno quiere ser inmortal y tratan de contentarlo con el recuerdo que dejará en los otros. Uno quiere volar y le hablan de pensamientos espirituales. Uno quiere conversar con los muertos y debe conformarse soñando con su abuelo.
- Venga conmigo y verá un prodigio contante y sonante.
Con un trote que no admitía réplica, me paseó por todo el barrio. Cada tanto se daba vuelta y trataba de apurarme con voces de aliento.
- Vamos, vamos. Si no me falla el cálculo, las puertas del tártaro están por abrirse.
Pasamos frente a una casa pardusca en la calle Bogotá
- Es aquí. Esperemos.
Yo me senté en el cordón de la vereda de enfrente. Dorkas empezó a caminar de esquina a esquina. Pasaron horas.
Cerca de las dos de la madrugada, la puerta se abrió y apareció una mujer alta, vestida de negro. Dorkas se me acerco al galope.
- Tenga mucho cuidado.....
- Es solamente una mina.
- Si tiene valor, mírela de cerca.
Cruce la calle. La mujer ya caminaba hacia el norte. Me puse a su lado. Ella se detuvo bruscamente y me miró. Era el diablo.


El Caminante (IV).


Durante varios meses no tuve noticias del caminante. Todas las noches me daba una vuelta por la casa de la calle Bogotá, con la esperanza de cruzarme con aquella mujer que, según Dorkas, era el diablo.
No pude volver a verla. Pero sí vi salir a muchos hombres. Calculé que serían demonios, ya que los réprobos no pueden ausentarse del infierno a su capricho. Parando la oreja, me pareció escuchar lamentos y quejas de los condenados que seguramente ardían en las habitaciones del fondo.
Debo confesar que estaba obsesionado con aquella hembra. No podía pensar en otra cosa. Mis amigos me evitaban. Había dejado mi trabajo. Me había enamorado del modo más ruin.
Una noche de carnaval. Busqué distraerme con una pechugona que conocí en la plaza. Mientras la inspeccionaba distraídamente en un portón, oí a mis espaldas la voz del caminante perpetuo.
- Alegría, alegría -gritó y me mojó con un pomo.
Estaba disfrazado de El Zorro. La casaca le había quedado mal abotonada y fuera del pantalón, como fatalmente ocurre cuando uno se viste caminando. -Gusto en verlo, Dorkas. Le presento a mi amiga.
La pechugona sonrió mientras se acomodaba la ropa.
El hombre estableció una órbita alrededor de un árbol.
- Mire lo que tengo.
Sacó del bolsillo una cigarrera.
- Este objeto, señor mío, permite a su poseedor alzarse con el amor de todas las damas.
- ¿ De todas ?
Me esforcé en argumentar que no era deseable ser amado por la totalidad de las señoras. Sino más bien por aquellas que uno mismo eligiese. Pero Dorkas me cortó en seco.
- No piense que usaré la cigarrera para expandir mi serrallo. Usted bien sabe que sólo pretendo romper el hechizo de la bruja.
- ¿ Cómo la consiguió ?
- En la calle Condarco, por supuesto
- Sea prudente, Dorkas Este barrio esta lleno de charlatanes y de falsos hechiceros que se aprovechan de las personas demasiado crédulas. ¿ Cómo sabe que esa cigarrera es mágica ?
- No lo sé. Tan sólo lo deseo.
Dio media vuelta y marchó a paso vivo por el empedrado. Yo me dispuse a reanudar mis caricias callejeras, pero la pechugona, sin saludar siquiera, corrió tras de Dorkas, lo tomó del brazo y me abandonó para siempre.


El Caminante (V).


Recién en el otoño volví a ver a la mujer de la calle Bogotá. Salía al caer la noche y yo caminaba a su lado trenzando frases ingeniosas hasta que ella me pedía explícitamente que la dejara en paz.
Por fin, al cabo de largas semanas de humillación, conseguí que se sentara conmigo en un banco de la estación de Flores. Supe su nombre: María. Casi no me dijo otra cosa. Me escucho distraídamente durante algunos minutos y después se fue.
A partir de entonces mi guardia frente a la casa se hizo perpetua. La acechaba sin disimulo. Gracias a mi pertinencia pude lograr que aceptara modestas invitaciones. Al menos una vez por semana, nos sentábamos a conversar.
Ella advirtió inmediatamente que tenía poder sobre mí. Y encontró solaz ejerciéndolo.
Solía indagar con fervor la naturaleza de mis sentimientos, empujándome a la confesión.
Fingía dudar de mi sinceridad y me obligaba a la promesa y al juramento. Entonces, cuando yo esperaba la revelación de su amor, cuando yo creía que iba a besarme me hablaba de otros hombres o de asuntos sin importancia o se iba.
En mi estupidez, insistía en hacer ostensible mi desesperación. Me le mostraba tétrico, vencido. Coqueteaba con mi desdicha y lucía ese ingenio resentido de los que creen que su fracaso es injusto.
Cuando María calculaba que mis fuerzas se iban agotando, encendía mi esperanza con mínimas señales de afecto. El sólo roce de su mano me ilusionaba de un modo vergonzoso. Los pocos amigos que aún me quedaban debían soportar tediosos informes sobre el asunto.
Una tarde de invierno yo vigilaba bajo la lluvia. Hacia semanas que no veía a María. Estaba sucio y mal dormido. Temblando de frío, murmuraba, a modo de ensayo, unos reproches siniestros que venía preparando. Tamas Dorkas llegó gambeteando baldosas flojas.
- Ya está. El cuarto milagro está cumplido. Encontré a un hombre que ama a la hechicera más que yo.
- ¿ Y quién es ese estúpido?
- Usted.


El Caminante (VI).


Asombrar con gestos amorosos a una persona que nos rechaza es, ante todo, una grosería.
Así como el que confiesa sus secretos íntimos al compañero de asiento, como el que hace regalos demasiados caros, me postulé ante María. Ella, cuando se aseguró de mi completa obsesión, me despidió irrevocablemente.
Una vez cumplidas todas las maniobras de la indignidad, me encargue de manipular las cenizas de aquella historia para que parecieran restos de un gran amor.
Inventé un tiempo de plenitud que nunca existió. Me obligué a suponer que María me amaba pero se resistía a admitirlo, en virtud de vaya a saber que jarabes psicológicos. Se me puso en la cabeza que era buena. Puse en plural sensaciones que fueron solamente mías.
Una madrugada de octubre, volví a encontrarme con Dorkas. Marchaba, cosa infrecuente, con paso fatigado. Me dio la mano a la pasada.
- Gusto en verlo - le dije -. Veo que sigue tan hechizado como siempre.
En silencio fue hasta la esquina y volvió.
- No crea. Me parece que ya cumplí los cinco encargos de los Brujos de Chiclana. El licor, la entrada del infierno, la cigarrera. el enamorado.....
- ¡ Objeción ! - le grite -. Yo estoy enamorado, pero no de la Bruja. sino de María.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son La Bruja.
- Usted llegó a sugerir que María es el diablo.
- Todas las mujeres que lo rechazan a uno son el diablo.
- Usted parece pensar que toda frase sonora es verdadera. Además, si no calculo mal, le falta estrechar la mano de Manuel Mandeb.
- Acabo de hacerlo - dijo Dorkas -. Usted no me engaña. En este barrio todos conocen las historias de Mandeb, pero nadie lo ha visto jamás. Usted es Manuel Mandeb. Usted es Jorge Allen. Usted es Salzman y Castagnino. Usted quisiera ser filósofo, ser poeta, ser músico, ser jugador, pero apenas si se atreve a contar historias, dándose aires de no creerlas del todo.
- Esa es otra de sus alegorías. Claro que en cierto modo soy Mandeb como en cierto modo soy la emperatriz de Bizancio. Pero, según se ve, los brujos de Chiclana no se contentan con metáforas. Usted no cumplió.
- Le aseguro que cumplí.
- Y entonces, si ya rompió el hechizo, ¿ por qué no se detiene ?
Dorkas empezó a pisar más fuerte que nunca.
- Hay algo que usted debe saber: todos estamos condenados a un hechizo cósmico. El universo es irremediablemente fugitivo. Nadie puede detenerse. Salvo que usted sea tan estúpido como para creer que detenerse es esto.
Y se plantó, firme como una estatua, delante de mí.

sábado, 22 de noviembre de 2008

La canción

No es la idea de este blog mostrar canciones y videos, o al menos, no sólo eso. Sin embargo, acá vamos otra vez.
Pedro Guerra es un canta autor español no muy conocido, pero créanme, es impresionante como escribe.
Lo descubrí hace unos años, en uno de esos días de lluvia que no te dan ganas ni de suicidarte. Prendí la tele, y ahí estaba cantando con Ana Belén una canción. Y empecé a bajar sus temas...hasta que llegué a Deseo...
La mejor versión de este tema, la canta nuestro querido Baglietto... Sin embargo, para honrar a su autor, acá está su versión.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Ismael

Hace algún tiempo, en la casa de la Marce, en Córdoba, nos juntábamos a comer, tomar y cantar.
El Ama, la Marce, la Lu, la Turca y yo. (Sí, en Córdoba antes del nombre va "la" o "el"). En eso estábamos cuando le pregunto al Ama (poseedor de la noble sabiduría de tocar la guitarra) si sabía alguna de Ismael Serrano. Obvio, el muy culiao no sabía ni quién era.
Al mes, en otro de esos encuentros, el Ama agarra y me dice: "cuchá, esta es para vos" y comienza a tocar "Recuerdo". Enseguida imprimimos la letra y la arruinamos entre todos... Qué belleza.

Me levanto temprano, moribundo
perezoso resusito, bienvenido al mundo
con noticias asesinas me tomo el desayuno.
Camino del trabajo en el metro
aburrido vigilo las caras de los viajeros
compañeros en la rutina y en los bostezos.
Y en el asiento de en frente,
un rostro de repente,
claro ilumina el bagon
en sus gestos traen recuerdos,
de otros paisajes otros tiempos
en los que una suerte mejor me conocio.
No me atrevo a decir nada,
no estoy seguro,
aunque esos ojos sin duda son los suyos,
mas cargados de nostalgia, quizas mas oscuros
Pero creo que eres tu, y estas casi igual
tan hermosa como entonces, quizas mas
sigues pareciendo la chica mas triste de la ciudad.
Cuanto tiempo ha pasado desde los primeros errores?
Del interrogante en tu mirada?
La ciudad gritaba y maldecia nuestros nombres,
jovenes promesas, no, no teniamos nada.
Dejando en los portales
los ecos de tus susurros,
buscando cualquier rincon sin luz,
agarrate de mi mano,
que tengo miedo del futuro,
y detras de cada huida estabas tu, estabas tu.
En las noches vacias,
en que regreso,
solo y malherido, todavia me arrepiento
de haberte arrojado, tan lejos de mi cuerpo.
Y ahora que te encuentro,
veo que aun arde, la llama que encendiste,
nunca, nunca es tarde,
para nacer de nuevo, para amarte.
Debo decirte algo,
antes de que te bajes,
de este sucio bagon y quede muerto,
mirarte a los ojos y tras de recordarte,
que antes de rendirnos, fuimos eternos.
Me levanto decidido y me acerco a ti,
y algo en mi pecho se tensa, se rompe.
Como estas?
Cuanto tiempo te acuerdas de mi?
y una sonrisa timida responde:
Perdone, pero creo que se ha equivocado,
disculpe señorita, me recuerda tanto
a una mujer que conoci hace ya algunos años.
Mas viejo y mas cansado vuelvo a mi asiento,
aburrido vigilo las caras de los viajeros,
compañeros en la rutina y en los bostezos...
(Ismael Serrano)


martes, 18 de noviembre de 2008

viernes, 14 de noviembre de 2008

Esqueleto Marioneta

Uno de los videos que más me gustan del youtube!!!Un groso el flaco.

¿Alguien conoce a Eugenia?




En algún momento ella dejó de mandarle mails a E. condenándolo a extrañarlos… a decir verdad, E. la extraña a ella. Y se lo escribió en una pared, como graficando para siempre ese dolor. En la calle Charlone 375 puede leerse su lamento.Quizás, Eugenia es una morocha infartante, de esas que abundan por la zona del Abasto, o una rubia platinada, de esas que abundan en la tele. O mejor aún, Eugenia tal vez es una pelirroja con la cara llena de pecas, y con bucles que le vuelan al viento como en las propagandas de shampoo.Si alguien la conoce, que me haga el favor de avisarle que E. la extraña.Pensemos un poco en E.¿Será Esteban? ¿Emiliano? ¿Ernesto? ¿Evaristo? ¿Elena? ¿Elsa? ¿Esther? ¿Enrique? ¿Ezequiel? ¿Emilio? ¿Eva? ¿Eugenio? ¿Eleonor? ¿Eleonora? ¿Emanuel? ¿Eduardo? ¿Edgardo? ¿Estefania? ¿Estéfano? ¿Efraín? ¿Elizabeth? ¿Edith? ¿Ema? ¿Erica? ¿Evangelina? ¿Ernestina? ¿Elisa? ¿Evelyn?¿O quizás el destino es tan retorcido, y maravilloso, que E. se llama también Eugenia? ¿No vamos a ponernos fachos con el tema de las sexualidades verdad?Quién quiera que seas, E…. ¡Fuerza Carajo! No dejes un solo día de revisar tu casilla de correo, concentrate con todas tus fuerzas cuando te estás logueando… ¿Quién te dice que un día Eugenia te mande otro mail?A ver… Permitime proponerte algo… No importa el por qué dejó de escribirlos… Ya no.Ahora, hay miles de personas que están haciendo fuerza para que en algún lugar, alguna castaña, mezcla rara de rubia diva y morocha infartante con pecas en la cara, vuelva a ser tu EUGENIA.

Maldito Sabina


No intento hablar de la vida de Sabina, ni de sus delirios, ni de sus benditos malditos.Mi relación con Joaquín es como un partido de fútbol, donde el flaco siempre me gana…siempre tira la pelota justa en el lugar indicado.Estoy convencido que a Joaquín lo aman por igual mujeres y hombres. Ellas porque se derriten con esa voz de lija, con esa garganta con arena… Ellos, simplemente porque lo entienden, por considerarlo un cómplice más que un contrincante.Es que es difícil no sentirse identificado con sus letras, es muy difícil no tener esa sensación de “me lo está diciendo a mí”.Y uno tiene sus momentos de debilidad, donde una letra te araña el corazón, te pone la piel de gallina, te afloja… Y Joaquín, lo sabe. Él tira el pelotazo y nosotros, como buenos seguidores, nos dejamos hacer el gol, porque entendemos que sería sumamente aburrido atajar todos los pelotazos.Debo admitir que a mí, a veces incluso en una misma canción, me gana por goleada.Veamos un ejemplo de tiros directos al arco:
“Sólo me pongo triste cuando alguno, en el momento más inoportuno, me pregunta por ti”.
“Pero el tiempo de los besos y el sudor…es la hora de dormir”
“Yo no quiero un amor civilizado, con recibos y escenas del sofá”
“Los besos que perdí por no saber decir te necesito”
“Ahora que nos besamos tan despacio…”
“Este almacén de sábanas que no arden, este teléfono sin contestador, la llamaré mañana, hoy se me hizo tarde, esta forma tan cobarde de no decirnos que no.”
“Algunas veces gano y otras veces pongo un circo y me crecen los enanos”
“Estaba sólo cuando al día siguiente el sol de desveló me desperté abrazando la ausencia de su cuerpo en mi colchón”
“Si llevas grasa en la guantera y un alma que perder, aparca, junto a sus caderas de leche y miel.”
“Pero dos no es igual que uno más uno”Bueno, como verán… Sabina es un hijo de puta. Pero es un hijo de puta que vale la pena leer, escuchar, mirar y sobre todo, tratar de entender.Si nos alejamos del romanticismo, encontramos otras frases o ideas de este tipo que también son, a mi entender, maravillosas
“La monarquía es un déficit democrático que sufrimos por herencia”
“El amor es una epidemia que se acaba con el tiempo”
“Está bien tener sombrero por si se presenta una buena ocasión para quitárselo”
"Hay que condenar todas las muertes, incluso la natural."
"Mi plan es envejecer sin dignidad."
"Pelearé hasta el último segundo y mi epitafio será: No estoy de acuerdo."Intenté armar una lista de las 5 mejores canciones de Joaquín, y fui anotando las que más me gustaban… terminé con una lista de 17 de las que me fue imposible elegir sólo 5. Así que me rindo a sus pies.Los invito a escucharlo, los invito a conocerlo. Y a aquellos que como yo, lo conocen, los invito a seguir sufriéndolo.

A pedido de Rosario

Rosario, lectora de mis boludeces desde hace tiempo, viene así, de atrevida como es y me dice:
"boludo... (sí, pónganle nombres a sus hijos que siempre serán llamados boludo/a) ¿sabés qué?, vos tenés que tener un blog".
Y bueno, yo que soy sumiso y obediente, le hice caso.
Este blog se llama Medio Blog, porque la verdad, no entiendo aún muy bien cómo es un Blog con todo.
Así que por lo pronto, podrán leer dos cositas ya publicadas en el glorioso Listao y ya veremos cómo sigue la cosa...
Bienvenidos... INGENUOS!!!!!